Fue una lujosa
superproducción dirigida por Anthony Mann, que contó con un deslumbrante
plantel de actores: Stephen Boyd, Sophia Loren, Christopher Plummer, Alec
Guinness, Omar Sharif, Mel Ferrer… y una elaborada trama histórico-dramática,
coescrita por los guionistas Ben Barzman, Basilio Franchina y Philiph Yordan,
aderezada con intrigas, batallas, romance y acción.
A esto se suma los recursos económicos de los
que hacía gala el productor independiente ruso-americano Samuel Bronston.
Se sabe que las películas
históricas a veces tienen demasiadas licencias y no deben ser tomadas como
palabra sagrada. Marco Aurelio no murió envenenado.
Se estrenó el 24 de marzo de
1964, con una duración de ciento ochenta y ocho minutos. No alcanzó el éxito
económico y de crítica que se esperaba, pero hoy es valorada como de gran
interés. Fue galardonada en 1965 con el premio Globo de Oro a la mejor música, una
hermosa e inolvidable banda sonora del gran Dimitri Tiomkin.
Sofía Loren cobró un millón
de dólares por esta película, y fue la segunda actriz después de Elizabeth
Taylor (Cleopatra), en cobrar esa cantidad por una sola película.
La réplica que se hizo del
Foro romano del siglo II, ostenta el récord Guinness como mayor decorado de la
historia del cine. Se construyó en un terreno propiedad del Marqués de
Villabrágima en Las Matas, en la Comunidad de Madrid. Se necesitaron mil cien
obreros que emplearon siete meses en levantar la fachada del foro. Estos
decorados se reutilizaron después para el musical Golfus de Roma.
La voz del narrador nos dice
al final de la película:
«…Una gran civilización no es conquistada desde
fuera, hasta que ella misma es destruida por dentro».
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