El pintor autodidacta
George Stubbs era hijo de un curtidor. No quiso seguir el oficio de su padre. Fue
durante algún tiempo aprendiz de un pintor y grabador llamado Hamlet
Winstanley, al que ayudaba a copiar las obras de los grandes pintores. Pronto
regañó con su maestro. Eso de copiar no iba con él. Y siguió el dictado de
Leonardo Da Vinci: «Si quieres progresar… estudia la naturaleza, y que ella sea
tu maestra».
No tardó en ser un
buen pintor, y le encargaban muchos cuadros cuando aún no había cumplido los
veinte años. Mostraba pasión por la anatomía. Su trabajo más famoso es
probablemente Whistlejacket, una pintura de un caballo encabritado
que se encuentra en la National Gallery de Londres.
Produjo un amplio
abanico de cuadros de caballos en grupos o individualmente. Sus series de
yeguas con sus crías son quizá sus mejores obras. Pintó también otros animales
exóticos, como leones, tigres, jirafas, monos y rinocerontes, que pudo observar
en reservas privadas, hasta dibujó el primer canguro que se vio en Inglaterra,
traído por el capitán Cook de su viaje a Australia.
Empezó a interesarse
en el tema de un caballo salvaje amenazado por un león, y pintó muchas
variaciones de este tema. También pintó retratos de perros aislados por primera
vez, lo que le procuró numerosos encargos.
Sus escenas campestres
tienen una grave serenidad y empaque, un aire de misteriosa paz, con personas
vivas a las que pintó con gran agudeza. Stubbs podía analizar los caracteres
humanos con tanta seguridad como diseccionaba las formas de animales.
En la época culminante
de su carrera, recibía más por un cuadro que Reynolds o Gainsborough. Siguió
pintando activamente hasta una avanzada edad.
Cabe la posibilidad de
que la Madre Naturaleza se pregunte con intención maliciosa qué obras son de
Stubbs y cuáles de ella.
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