martes, 2 de julio de 2024

Amantes de mis cuentos: Una noche caótica

 


 

He decidido no volver a saludar a mi vecino del 5º, llevo cuarenta años dándole los buenos días y aún no se digna contestarme. Es un borde, un maleducado, un impresentable. Y su mujer, punto menos, se cree que nació de la pata de Babieca o que es familia del Cid. No se hablan con nadie del edificio. ¡Mejor!

Aquí estoy en la ventana, nerviosa, son las dos de la madrugada y mi niña que ya tiene treinta años, pero para mí es como si tuviera quince se le ha olvidado enviarme un mensaje de que iba a llegar tarde. 

No comprende que cuando no tengo noticias suyas la cabeza me da vueltas y pienso siempre en que ha ocurrido lo peor, que está tirada en una cuneta, que la han violado, que la han asesinado… 

Por favor, me digo, imagina cosas agradables: se estará tomando un rico helado de turrón o bailando en una discoteca o en la sobremesa de una mariscada, pero esos pensamientos no consiguen quitarme ese miedo que me inunda el alma cuando mi pequeña no está en casa.

Vuelvo a mirar a todo lo largo de la calle y veo venir a una pareja conversando y riéndose, se detienen en la farola de enfrente: ¡Cáspita! Es mi hija. Y ¿qué veo? Le está dando un beso apasionado a un joven de espaldas anchas y cintura estrecha y cuando se da la vuelta, ¡horror! Es el hijo de los vecinos del 5º.

Con esta pesadilla no contaba. Me voy a la cama. Mañana veré qué me cuenta mi hija.

 

© Marieta Alonso Más 

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