Fue fruto del ingenio de la
estadounidense María Beasley. Se trataba de una balsa fabricada con un material
que no se rompiera, a prueba de fuego, compacta, segura y fácil de lanzar al
agua. Era plegable: Lo que permitía un almacenamiento y transporte más
eficiente. Además, contaba con compartimientos estancos y tabiques lo que
mejoraba su flotabilidad y capacidad para mantener a flote. Su diseño facilitó
la producción a gran escala y redujo el coste, lo que permitió que fuera más
accesible y más barcos contaran con esta valiosa medida de seguridad.
María Beasley nació en 1836
en Carolina del Norte. Murió en 1913. Se sabe poco de su educación. Patentó con
éxito quince inventos en Estados Unidos y dos en Gran Bretaña: calentadores de
pies, sartenes, dispositivos para evitar que los trenes descarrilaran, una
máquina para fabricar barriles y dos modelos de botes salvavidas.
Estas balsas se usaron en el
hundimiento del Titanic, en 1912. Se sabe que, de las dos mil personas a bordo
de este barco, más de mil desaparecieron. Sin embargo, llevaba veinte de los
botes de salvavidas de Beasley, lo que permitió que 706 hombres, mujeres, niños
y niñas sobrevivieran y se mantuvieran a salvo hasta que llegó la ayuda.
Defensora del papel de la
mujer en la industria, inspiró a otras mujeres a dedicarse a la ingeniería y a
la innovación. En reconocimiento a su contribución a la seguridad marítima fue
incluida en el Salón de la Fama de Inventores Nacionales de Estados Unidos en
el año 2011.
Una excelente innovadora, tuvo un buen reconocimiento
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