Situada en el lateral de San Francisco el Grande, en la calle San Buenaventura, núm. 1, en el arrabal de las Vistillas, este solar se puede ver vacío en el Plano de Texeira. La nueva capilla construye su cabecera al este como era obligado en las parroquias aunque no, en los templos conventuales. Hoy enlaza con la iglesia por una galería construida por Sabatini en el siglo XVIII.
San
Francisco creó la orden franciscana masculina, siendo las salesas la rama
femenina. En 1622 se crea una tercera orden, de seglares, llamada “Venerable
Orden Tercera”. Los primeros miembros de esta Orden fueron el Beato Lucrecio y
su esposa Bona.
La
capilla se construyó entre 1662 y 1668, siendo firmado el proyecto de
construcción por el jesuita Francisco Bautista y por Sebastián Herrera
Barnuevo, la ejecución de la obra estuvo a cargo de Marcos López colaborando
con él, por imposición de la Cofradía, Juan Delgado.
Interior de la Capilla |
El alzado de los muros es el típico del Barroco madrileño con pilastras toscanas. Un entablamento sobrio y elegante con modillones geométricos pareados cede paso a la bóveda de cañón. La planta es rectangular, lineal a modo de salón, sin naves ni capillas laterales. A los pies de la nave un pequeño coro suspendido encima de la entrada al templo. La cúpula es sencilla, elegante y rica en dibujos y ornamentación. Es difícil resumir la belleza ornamental y arquitectónica que vemos en su interior. En su totalidad es una obra maestra en el manejo del estuvo, el yeso y el enfoscado. Bella y llena de luz.
En
el centro un magnífico templete o tabernáculo diseñado por Bautista para
contener la devota imagen del Cristo de los Dolores. Hecho por el carpintero
Juan Ursularre Echevarría en 1664 y dorado por Juan de Villegas. Años más
tarde, en 1668 fue ampliado con sagrario y una base de mármoles y jaspes, a
cargo de Rodrigo Carrasco.
Dentro
del templete está el Cristo de los Dolores, obra anterior al baldaquismo, del escultor Domingo de la Rioja. Aquí
podemos ver a Cristo enhiesto, con la cruz en un brazo y la otra mano señalando
la llaga de su costado, lleno de heridas y con la corona de espinas. Emotiva
imagen de intensa expresividad. Fue policromado en 1643 por Diego Rodríguez.
Está apoyado con el pie izquierdo sobre una calavera. Es el triunfo de Cristo
sobre el mal y la muerte.
A
ambos lados hay estatuas de Santa Isabel y San Zacarías, los padres de San Juan
Bautista, a continuación Santa Isabel de Hungría y San Luis, rey de Francia,
todos ellos de hermosa policromía. Detrás del baldaquino de derecha a izquierda
Santa Isabel de Portugal, de nuevo San Luis rey de Francia, Santa Margarita de
Cortona y San Roque de Montpellier realizados los últimos cuatro por Baltazar
González y policromados por Juan de Villegas.
Sacristía.
En ella un lavabo reservado al sacerdote en mármol de Carrara blanco y jaspe
gris. En el escudo central la mano de San Francisco unida a la del mendigo.
También hay una Cruz Procesional del XVIII y dos cuadros de la escuela
madrileña del XVII.
En
la siguiente sala ornamentación de claves y en la bóveda pinturas al fresco en grisalla de Teodoro Ardemans y las típicas yeserías. Un
busto de la escuela madrileña del XVIII de una dolorosa sobre uno de los
magníficos aparadores de cajones oscuros con espejos dorados. Toda la cajonera
es de nogal. Sobre otro aparador un Cristo en cruz de ébano, de finales del
XVIII, así como una pequeña talla de San Francisco.
En
la capilla hay dos enormes cuadros, una crucifixión y un ecce-homo que debieron
ser pintados en el XVIII por un autor desconocido. A lo largo de la nave hay
cuatro lienzos del XVII, con escenas de la Pasión, obra de Juan Cabezalero,
nacido en Almadén, siendo una de las figuras de la escuela madrileña, discípulo
de Carreño de Miranda.
Lo
que más me llama la atención es el silencio total que se disfruta aquí dentro.
Ya
en el exterior nos detenemos a contemplar la cúpula, que según Ramón Hidalgo
Monteagudo es un “… afortunadísimo híbrido entre chapitel, torre y domo,
creación genial, a fuerza de exótica, casi oriental, castiza y cargada de
sabor, dividida exteriormente en ocho caras que se amenizan con pequeñas
buhardillas que arrojan luz a la linterna del interior y que más tarde Pedro de
Ribera adoptará en su famosa capilla de la Virgen del Puerto”.
Fuente:
Hidalgo Monteagudo, Ramón:
Iglesias antiguas madrileñas. Ediciones La Librería.
Martín Fernández, Mª Carmen:
Apuntes de las visitas programadas por la Fundación Villa y Corte, profesor
Guillermo Fernández Fanjul. Madrid, 1985.
Fotos:
Ángeles Alonso Más
Fotos:
Ángeles Alonso Más
Curiosamente tengo una serie de grabaciones en vivo del profesor Fanjul que mi mujer conservaba de su padre, también amigo del profesor. Si a alguien le interesa puedo digitalizarlas. Un saludo. franpasce@gmail.com
ResponderEliminarPor el motivo que fuere hasta hoy no he visto su comentario. Muchísimas gracias. Lo comentaré entre lo amigos.
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