Disuelvo orfidal en su güisqui. Bebemos. Nos amamos. ¡Cómo hice disfrutar a la muy hipócrita! Cuando al fin duerme le corto las venas. Después coloco el estilete entre sus dedos. Borro mis huellas y salgo de casa.
Durante el duelo lloro su muerte. Sé
que se burla de mis lágrimas. Sé que
recibe con desagrado el peso de mis
rosas. Sé que al despedirme de ella, escupe mis besos de sus labios muertos. Sé
que su espíritu huye de mí. Sé que no quiere volver a verme.
Y desde el instante en que cierran el
féretro, ni tan siquiera en sueños me permite acariciarla. Incluso de madrugada
me despierta su aliento helado con el que poco a poco, borra de mi cuerpo el
recuerdo de sus caricias.
Ya solo deseo ir con ella. Si no lo
hago, señor Juez, es porque dudo de que allá dónde esté, me permita amarla.
Conversaciones con el Juez: Besos de madrugada por Malena Teigeiro se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
Me encanta este cuento Malena. Muchas gracias por compartirlo y a Marieta Alonso por publicarlo en su blog.
ResponderEliminar