Ángel Ganivet |
Fue con Unamuno el primero que en España cultivó el ensayo. Estudio Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Granada. Se doctoró en Madrid con la tesis La importancia de la lengua sánscrita.
Posteriormente obtuvo una plaza en el cuerpo de archiveros y se dedicó a la carrera diplomática: fue vicecónsul en Amberes y cónsul en Helsinki y Riga. Hombre de gran formación llegó a poseer una de las culturas más sólidas de su tiempo.
Su preocupación por el problema y la decadencia de España ha hecho que se le considere un precursor de la llamada Generación del 98. Sus temas se centran en la reflexión política, estética y moral. En su breve vida dejó obras muy notables, entre las que destacan Granada la Bella (1896), Cartas finlandesas (1897), en las que comenta interesantes aspectos de la cultura escandinava; La conquista del reino Maya por el último conquistador español, Pio Cid (1897), Los trabajos del infatigable creador Pío Cid (1898), relato con un claro trasfondo autobiográfico, e Idearium español (1897), obra fundamental para comprender el pensamiento de la época. Escribió también el drama en verso El escultor de su alma, estrenado un año después de su muerte.
A título póstumo Francisco Navarro Ledesma publicó las cartas que Ganivet le había escrito con el título de Epistolario (1904).
Ninguna realidad le satisfizo. Se entregó al suicidio. A la edad de 32 años se arrojó al río Dvina en Riga (Letonia).
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