Virginia Woolf a los veinte años Foto: Wikipedia, la enciclopedia libre |
Hay palabras que se
convierten en suspiros. Voces imprecisas que denotan un quejido. Hay mensajes
que tremolan en el aire, ideas muertas de pensamientos olvidados. Hay palabras
que se caen en el vacío y descienden desde el alma para guiar nuestro destino.
La presencia de esas voces conduce a veces a desastres elegidos.
Una vivencia ancestral
pudo ser el hilo conductor que destruyó a Virginia Wolf; que marcó el perfil de
su existencia en un mundo civilizado, estrecho y libre donde razón y
sentimientos se confabularon para aniquilar racionalmente toda esperanza de
futuro. Su obra impresa, hoy analizada desde ópticas alejadas de los meros
quehaceres literarios, da testimonio y evidencia sus conflictos interiores. La
pluma de la autora es, a veces, un arma que traiciona, un instrumento que, cual
inesperada llave, abre puertas que quien pretende dominarlas ve, impotente,
como descubren dolores e insatisfacciones. Hay delicada rebeldía en los
compartimientos secretos del arcano almacén de sus rencores.
Si alguien te amó,
mujer, sin reservas ni pudores, si quienes apreciaron tu talento no fueron
remisos a reconocer la autenticidad del sufrimiento que anunciaban tus fracasos
y equivocaciones, ¿por qué entonces escapaste aguas abajo cual Ofelia
despreciada por su amante?
Especulo con la
posibilidad de haber sido marcada de antemano por la trama genética de una
familia con antecedentes. Tus tendencias depresivas, ¿síntomas o consecuencias?
Tu pluma, en lucha por abrir caminos, no bastó para trazar senderos conducentes
al equilibrio emocional. Por esos caminos te perdiste, para hallarte luego
sumida en plena tristeza existencial.
Virginia, no sabremos
nunca si elegiste fríamente el fácil camino equivocado o si fuiste conducida a
él por el romántico laberinto de tu mente. Pasaste a nado las aguas del Leteo
burlando el peaje del barquero. ¿Qué más da? “La muerte no es más que un sueño
y un olvido”. No hay por qué llorar a nuestros muertos, ellos la paz ya han
alcanzado. Lloremos por quienes quedamos, cargados con el dolor que nos rodea.
Comentarios a la muerte de Virginia Woolf por Ramón L. Fernández y Suárez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
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© Ramón L. Fernández y Suárez
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