Yacimiento de Ampurias Foto: Ángeles Alonso |
Ayer,
en el siglo II d.C., llegaron los romanos a una ciudad costera del mediterráneo,
nada menos que a Emporion, un puerto donde se comerciaba, un mercado de la
época. Les gustó tanto que se asentaron y conquistaron a los griegos e íberos
que allí vivían en paz y concordia.
Hoy,
en el siglo XXI, llegó a esas ruinas, Jaime, el motero con más tatuajes en el
cuerpo y cabeza, jamás visto. Venía algo mareado por el tinto verano que había
ingerido y saltando entre rocas se topó con una tumba llena de letras que
resultó ser latín.
Intentó
enterarse de algo pero le fue difícil y así, sin más, se le ocurrió que podría
abrir la tumba para ver cómo enterraba a los muertos en aquella época. Poco a
poco fue levantando la lápida y cuando se desplazó la piedra se encontró con
una mujer que después de tantos años sin ver a un hombre se lo echó encima sin
darle tiempo a reaccionar. Calmados después del fragor de la batalla hormonal
se sentaron a conversar.
Mosaicos Foto: Ángeles Alonso |
Ella
se presentó como Claudia, mujer bella y encantadora, a la que casaron a los
catorce años con un vetusto y sobornable político romano, rico, muy rico,
inmensamente rico, que le hizo una casa digna de generar envidia. Y tanto
resentimiento suscitaron aquellos mármoles y mosaicos, que los enemigos decidieron
envenenarle pero, por error, ella fue quien se tomó la cicuta.
Su
amante esposo, creyó morir de amor ante su pérdida, durante quince días lloró y
lloró, hasta que comenzó a sonreír con una nueva esposa que, brilló donde ella
pudo haberlo hecho, si las circunstancias se lo hubiesen permitido.
© Marieta Alonso Más
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