Sombrero cordobés |
La historia usa sombrero. Y ¿usted?
Su origen es difícil de
datar. Al parecer su primer uso fue para fines funcionales como librarse del
sol ardiente, de la lluvia pertinaz, del frío, ya que los primeros eran de
fieltro, de lana. Luego como es natural se fue transformando a lo largo del
tiempo y se comenzaron a usar con fines estéticos. Si ponemos atención hasta se
puede descubrir sin palabras el status social del portador, años ha… la
monarquía se distinguía por los sombreros grandes, vistosos, de terciopelo y
adornado con cintas, piedras preciosas y plumas, mientras el pueblo usaba
capuchas, caperuzas, o sombreros pequeños. También se puede deducir sin mucho
esfuerzo adónde se dirige quien lo lleva… si de boda, de pesca, de paseo...
A los egipcios allá por el
siglo XVI antes de Cristo, se les podía ver con ornamentos en sus cabezas, como
así reflejan las pinturas de las tumbas tebanas. En la Grecia del siglo XII antes
de Cristo, usaban el gorro frigio, esa especie de capucha, casi siempre roja, aproximadamente
cónica con la punta curvada, que fue uno de los atributos del dios Mitra y que
muchos años después se tomó como emblema de libertad por los revolucionarios
franceses de 1793 y luego por los republicanos españoles. Figura como símbolo
de emancipación en el escudo de varias naciones como Argentina, Bolivia,
Colombia, Cuba, Haití, Nicaragua, El Salvador, Paraguay… También lo usaban los
Pitufos, esos personajes creados por el dibujante belga Peyo, criaturas azules
y de pequeño tamaño, protagonistas de películas, dibujos animados, videojuegos
que hacen las delicias de grandes y chicos.
El primer sombrero con alas
data del siglo V antes de Cristo en Grecia. Etruscos y romanos hicieron de él
una prenda popular tanto que en época del imperio romano se declaró el sombrero
como símbolo de libertad, al esclavo liberado se le regalaba uno. Se dice que
Carlos IV de Francia llevaba un sombrero de castor, forrado de terciopelo
carmesí y en el remate una borla de hilo de oro, al hacer su entrada en Ruan en
1494.
Hubo un tiempo en que el
uso del sombrero declinó a favor de pelucas y peinados sofisticados. Una
tendencia iniciada por el rey Luis XIII de Francia y que la Revolución francesa
puso fin, diríamos de forma drástica, por lo que el sombrero volvió a resurgir,
predominando el estilo tricornio.
Fue en esta época, durante
el siglo XVIII, cuando las damas se hicieron eco de esa prenda que era usada solo
por los hombres y la industria del sombrero proliferó, especialmente en Milán,
donde tenían fama de ser los de mejor calidad.
El inglés John Etherington
inventó el sombrero de copa -esa prenda negra y alta
como una chimenea- el
15 de enero de 1797 y desde el primer momento se convirtió en un éxito.
Fedora |
El sombrero de mujer
llamado Fedora, de fieltro blando, ala flexible y surco en el centro, fue
famoso. No solo por su nombre sacado de una comedia francesa de Sardou, obra
estrenada en honor de Sara Bernhard, es que la fedora con velo y pluma volvió
loca a las mujeres de la época y la pluma oscilaba mientras paseaban en su
bicicleta.
Muchas son las formas sombreriles
pero todos tienen una corona o copa que puede tener forma cónica, redonda o
truncada y que se adapta a la circunferencia del cráneo. El ala cumple la
función de proteger al usuario de los rayos del sol. Una banda suave en la
parte interna entra en contacto con la cabeza del usuario y tiene la finalidad
de ajustar el sombrero a la cabeza y detener el sudor. El cinturón es la cinta
o adorno que se coloca alrededor de la copa entre la corona y el ala. La visera
es común en gorras militares y en las que usan en los partidos de béisbol. El
barbiquejo es la cinta que sujeta el sombrero a la barbilla.
Bicornio |
Un sombrero personaliza. Os
imagináis a Napoleón sin su bicornio; a John Wayne sin su sombrero de vaquero del
salvaje oeste; a Sherlok Holmes sin su Deerstalker, imposible que pudiera
descubrir al asesino si fuera con su cabeza a la intemperie; a Juanito
Valderrama cantando «El emigrante»
sin el sombrero cordobés; a Mary Poppins sin ese maravilloso sombrero adornado
de flores; a Carmen Miranda con el explosivo colorido de sus sombreros repletos
de plumas, flores y frutas; a Julia Roberts en Pretty Woman con su sombrero
Panamá, de origen ecuatoriano, pero como Roosevelt lo llevó en la inauguración
del canal, ya no hubo forma de cambiarle el nombre. Ese tipo de sombrero tiene
su aquel, Al Capone no se lo quitaba de encima, por lo que Marlon Brando lo usó
en El Padrino; a los sencillos, modestos y callados pescadores sin su sombrero
de tela de algodón con un borde colgante que cae frente al rostro; a los
gondoleros de Venecia sin su canotier; a los toreros saludando sin su montera;
a la policía montada del Canadá y a los Boy Scouts sin el sombrero de campana;
a los gauchos argentinos sin el sombrero de panza de burro; a los elegantes
ingleses de la City sin el bombín, y que curiosamente también es usado por las
mujeres indígenas bolivianas que empezaron a usarlo a principios del siglo XX
por la influencia de los trabajadores británicos en el país andino; a los
cubanos del siglo XIX sin el jipijapa, testigo mudo de tantas conquistas
amorosas gritadas al viento; a los turcos y norteafricanos sin el fez o tarbush,
a los jóvenes de hoy sin el gorro de lana…
Jipijapa |
Ascott, ese célebre evento
que rinde pleitesía a las extravagancias y peculiaridades del sombrero, no
sería lo mismo, siii… casi, casi y sin casi, este artilugio es más importante
que las mismas carreras de caballo.
¿Qué sería de los cascos
azules de las Naciones Unidas que gracias a él los identifican como cuerpo de
paz? Y los obreros de la construcción que les sirve como protección ante una
caída, y los militares que lo utilizan como distintivo de rango, nacionalidad,
o como parte del uniforme.
A mí que no me quiten la
imagen popularizada de Pancho Villa, Charles Chaplin, Jacqueline Kennedy,
Indiana Jones, Humphrey Bogart, Coco Chanel, Frank Sinatra, Orson Welles,
Winston Churchill, Ernest Hemingway… y tantos otros que estarían desnudos sin
ese complemento que tanto prestigio les ha dado.
De este año no pasa sin que
me compre el sombrero que me haga pasar a la historia como la mujer más
elegante del universo y que conste que soy de las que cree firmemente que el
sombrero surgió para protegernos de las inclemencias del tiempo.
Diseños de Coco Chanel publicados en 1917 por Les elegances parisiennes |
Los abalorios son los mejores adornos que podremos tener, para nuestros diademas.
ResponderEliminarMuchas gracias por leer mi blog y por su comentario. Un saludo afectuoso.
EliminarFenomenal, como siempre, Marieta.
ResponderEliminarMuchas gracias Blanca. Tus opiniones son importantes para este Blog.
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