Mi amiga Conchita es de las que cocinan para
que sobre y poder congelar para otro día. Dice que así se ahorra tiempo y
dinero.
Cada vez que hace albóndigas me trae dos
para que las pruebe. No es tacaña, no. Es peor.
Mantiene la teoría de que «lo bueno si es breve dos veces bueno». Y lo aplica a todo. Le importa un bledo si el origen
de este famoso dicho se remonta al siglo XVII, al año 1647, en el que el
escritor, del Siglo de Oro,
Baltasar Gracián publicó sus
aforismos. A ella lo que le gustan son los refranes.
He intentado hacerle ver que dos son muy pocas, y comenzamos una
controversia de refranes:
«El que da lo que
tiene no está obligado a dar más».
«No ahorres en el
chocolate del loro».
«El mendigo pide pan, pero come carne si se
la dan».
«La codicia rompe el
saco».
Hoy se presentó con la receta. Al verme triste
y llorosa, se apiadó. Es una broma y me entregó la fiambrera con las dos albóndigas de siempre.
Ingredientes:
* 500 gramos de carne picada
* 1 paquete de jamón serrano en taquitos
* 2 huevos
* 2 zanahorias
* 1 vasito de vino blanco
* Ajo, perejil y sal
* Harina
* 2 patatas
* Pan rallado
Preparación:
Mezclar la carne con
el resto de ingredientes bien picados.
Añadir los huevos
batidos y pan rallado para hacer la masa.
Probar de sal.
Dar forma a las
albóndigas, se enharinan, se fríen hasta dorarse y se van retirando a una
cazuela.
En el mismo aceite
de freír las albóndigas se fríen las patatas en tiras hasta que estén medio
hechas. Se escurren, se incorporan a la cazuela donde hemos retirado las
albóndigas y se añade un poquito de este aceite. Para terminar se cubre todo ello
con agua y vino blanco. Hervir hasta reducir el caldo.
Si la salsa no
quedara espesa, en un recipiente aparte diluir un poco de maicena o harina en agua,
incorporarlo al guiso y remover.
Y como siempre dice
la última palabra, soltó:
«Comer sin trabajar, no se debe tolerar».
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