Rayo de luz solar Cañón del Antílope, en Estados Unidos |
«Decía el filósofo griego Esquilo,
que sabio es el que sabe cosas útiles más que el que sabe muchas cosas. Estamos
ante el vacío de las ideas, de la creación y del positivismo».
-Hola
-le
dijo la pequeña Estela de Luz a la Sombra de la Noche-.
Vengo a despertar a
muchos que yacen, porque en vida demudados mueren.
-¿Y eso por qué? -preguntó la Sombra de la
Noche.
-¡Míralos, están durmiendo; nunca despiertan,
comen y andan con sus ojos abiertos manteniendo sus mentes dormidas bajo la sombra
de mi extenso cuerpo!
-Sí, lo sé -le dijo la Estela de Luz.
Por esa razón vengo.
He oído voces musitando, suspiros, transidos lamentos a través de tímidas
ráfagas de viento. Son mentes despiertas las que me llaman no queriendo esa
falsa protección de tu sombrío cuerpo. Ellos quieren pacíficos y alegres
amaneceres, suplicándome que no me aleje, que permanezca con ellos, y a pesar
de que en algunos momentos mi luz pueda herir sus ojos, prefieren estar
vivamente despiertos, dirigiéndose hacia un futuro hermoso, sin violencias, sin codicias ni palabras y
hechos hirientes; un futuro distinto, desconocido para esas mentes durmientes.
-¡Pero déjales! -insistió la Sombra-. No les despiertes, así
son felices.
¿No los ves? No quieren problemas y en su letargo permanecen. Las
mentes durmientes pasan el tiempo deambulando entre hojarascas secas, pisando
las piedras de los caminos que sus pies adolecen, sufren enfermedades causadas
por el continuo ataque de alimañas que envenenan sus cuerpos perdiéndose el
disfrute de todo lo bello y justo que hay en el mundo, al no despertar su
reprimida mente.
-¡Pobres! -dijo
la Estela de Luz-.
Morirán sin haber nacido en un mundo incoherente. ¿Cómo podría despertarles,
explicárselo para que pudieran entenderme?
-¡Déjales! -insistió la Sombra-. ¡Déjales que caminen sin
saber de qué defenderse! ¡Déjales que sigan creyendo que gobiernan sus vidas,
que son independientes, que son sabios, cuando en realidad la sempiterna
necedad les envuelve! Irán despertando cuando sientan que los que han
despertado ya se hallan lejos, y ya no les protegen.
© María del Carmen Aranda
No hay comentarios:
Publicar un comentario