viernes, 21 de julio de 2017

María del Carmen Aranda: El cubo de lata plateada

Acetre nazarí de la Alhambra, Granada. Siglo XIV



NOVIEMBRE

«La infancia tiene sus propias maneras de  ver, pensar y sentir;  nada hay  más 
insensato que pretender sustituirlas  por las nuestras».

Jean Jacques Rousseau (1712-1778)
Escritor suizo

 


No quería perderme nada de ellos y decidí guardarme hasta sus últimas lágrimas en un pequeño cubo de lata desgastado por el tiempo. Pensé que, aun siendo pequeño, sería suficiente para guardar esas tímidas perlas, que en algunas ocasiones brotaban caprichosas de sus ojos llenos de luz, de mirada clara, transparentando sus almas.

«¡Algún día, llegado el momento, verteré sus lágrimas desde lo alto de una gran montaña y desde allí podrán ver cómo es el mundo!», pensaba, mientras observaba mi cara en su cubo reflejada.

«¡Tendrán que abrirse camino con fuerza y perder sus miedos y, en su solitario camino, otras corrientes y otras aguas se unirán a ellos!».

Un día y sin esperarlo, el Sol se alzó con fuerza. Nada ni nadie podía apagar su luz, su calor y resplandor. Oculté temerosa el cubo, pero el Sol absorbió las lágrimas.

—¿Dónde están las lágrimas que has ido guardando durante estos años con tanto anhelo? —me preguntó el viento susurrándole a mi oído con cierto miedo.

—El Sol las ha absorbido y no he podido detenerlo.

¿Ves aquellas nubes libres y juguetonas que aparecen en el cielo?

Están compuestas de miles de lágrimas de cientos de niños, que un día, al igual que ellos, crecieron.

Y del cielo caerá agua, formándose tormentas, rayos y truenos y de ahí llegará la calma creándose de nuevo senderos y caminos que limpiarán a su paso sus miedos.

Paletas cromáticas de mil colores les acompañarán y se dejarán llevar en muchas ocasiones por la vida y por el tiempo. No pude retenerles. El ruido del agua, el olor a hojarasca mojada y los mil y un tonos de la tierra en su trayecto les acompañan. Han perdido sus miedos, ahora avanzan con fuerza y atrás dejaron sus lágrimas. Ya no necesitan mi cubo de lata plateada.




© María del Carmen Aranda

No hay comentarios:

Publicar un comentario