Cada año, por estas fechas, siempre recuerdo a mi padre. El hombre que fue y lo que ha influido en la mujer que soy yo. Creo que es de recibo, con todas las cosas que siempre me dio (sobre todo valores) que yo, 11 años después de que nos dejara, le dedique unas palabras.
Este año, y creo que ha de ser por los cambios
(todos buenos, que nadie se lleve lugar a equívoco) que se están produciendo en
mi vida, me cuesta un poco más ponerme a ello. Tengo que parar,
serenarme y volver a teclear. Con mimo, intentando que mi respiración se
atenúe.
Podría deciros muchas cosas.
Podría hablaros de lo buena persona que
era, de la paciencia que tenía, de las sonrisas que regalaba por cada sitio que
iba. De su simpatía, el candor que emanaba o de la capacidad que tenía para
apaciguarnos a los demás cuando estábamos en un mal momento.
Tal vez de su enorme inteligencia, de su
mente analítica y de su fascinación por los libros. La misma que he
heredado yo. No deja de ser simbólico que nos dejara precisamente El Día del
Libro. Pienso mucho en ese detalle.
¿Qué puedo contaros que no sepáis ya? Lo
echo de menos, cada día, y sé que habrá momentos en los que ese vacío que
siempre me acompaña se acrecentará. Ya los ha habido y es lógico que los
siga habiendo. Sobre todo este año cambiante. Es una pena, eso no os lo niego.
Las circunstancias fueron trágicas y repentinas.
No obstante, como decía hace unas cuantas
líneas, hay que quedarnos con lo bueno. Con los maravillosos momentos que
pasamos en familia y que, desde allá dónde esté, siempre tendrá los ojos
puestos en nosotros.
Te quiero papá.
© MJ Pérez
Muchos recuerdos en esta época con este cuento. Muy bonito y emotivo.
ResponderEliminarAbrazos
Muchísimas gracias por tu comentario. Un abrazo
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