Patrimonio de la Humanidad en
1995.
Se trata de una de las
ciudades más antiguas de Europa.
La primera fundación de la
ciudad data del siglo VIII a.C. Griegos, romanos, bizantinos, normandos,
franceses, aragoneses, borbones han dejado su huella.
La primera obra religiosa del
periodo cristiano parece haber sido la capilla de Santa Restituta, incluida hoy
en el interior de la catedral, pero hay muchas iglesias como las de san Gennaro
en la que cada año, 19 de septiembre, aniversario de su muerte se produce normalmente
la licuación de la sangre del santo, san Giorgio Maggiore y san Giovanni
Maggiore, cuyos elementos arquitectónicos se fecharían en los siglos IV y V. Un
detalle curioso: en 1944 no se licuó la sangre de san Gennaro y el Vesubio hizo
erupción,
El Castell dell’Ovo es, en
cambio, uno de los vestigios más importantes del período normando, a pesar de
que su aspecto actual lo debe a remodelaciones posteriores. Recibe este nombre
por una antigua leyenda que afirma que el poeta Virgilio enterró aquí en las
mazmorras del edificio un huevo mágico. El nombre que es posible se deba a su
forma ovular, se lee en los documentos del siglo XIII relativos al reinado de
Carlos I de Anjou.
Con la llegada de los Anjou,
Nápoles sale de sus murallas y se extiende por los alrededores, mientras el
gótico lombardo se impone como el estilo que determinará la arquitectura de ese
período. Es el que se hace visible en la nueva catedral, las iglesias de san
Lorenzo Maggiore donde parece que Giovanni Boccaccio se enamoró de Fiammetta,
la bella María de Aquino, hija del rey Roberto de Anjou, su musa; san Domenico
Maggiore donde hay cuarenta y cinco sepulcros de la nobleza aragonesa, entre
ellos está Isabel de Aragón, princesa de Nápoles y duquesa de Milán entre los
años 1489 y 1494; santa Chiara, la mayor iglesia gótica de la ciudad, donde
detrás del altar mayor está el sepulcro del rey Roberto I de Nápoles, se dice
que, Roberto de Anjou fue el primero que regaló a su mujer un pesebre, en las
capillas laterales está los sepulcros del rey Borbón de Nápoles Francisco II,
su mujer, así como los de la reina María Cristina de Saboya; y santa María
Donnaregina fundada por monjas de Constantinopla y donde se encuentra el
sepulcro de María de Hungría, encargado por su hijo Roberto I de Anjou; o en el
palacio del Príncipe de Taranto.
Entremos en la Catedral. La
capilla de san Genaro está a la derecha. Está dedicada a la Asunción. Solo
quedan algunos arcos góticos, lo demás es manierista. En 1600 los obispos
llamaron a Luca Giordiano. Cossimo da Fasio hizo la cúpula de tamaño similar al
suelo. Todo es cobre, plata, lapizlázuli. Tres llaves abren las puertas de la
Capilla. La estatua de plata de San Genaro la llaman cara amarilla. Se le
venera y se le insulta, si no hace milagros.
El siguiente período de
cambio artístico procede de la dinastía aragonesa, con la iglesia de santa
Caterina que alberga la tumba de Francesco Caracciolo, condenado a muerte por
el almirante Horatio Nelson; el conjunto de Monteoliveto, santa Ana de los Lombardos,
ejemplo del Renacimiento toscano, una auténtica joya; el palacio Real; el
colegio jesuita de Capodimonte o el convento de san Agustín.
En cuanto al tejido urbano,
aún es claramente visible el barrio español, con una estructura en damero
perfectamente diferenciada del resto de la ciudad.
Nápoles con su atmósfera animada,
ruidosa, su ropa tendida, el olor a horno de leña, nos recuerda que aquí nació
la pizza Margarita. En Navidad en el mercado artesanal se pueden encontrar
figuras para los pesebres en todas las dimensiones.
Visita
Nápoles.
Sé feliz
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