Clara Campoamor |
Estoy tan alejada del fascismo como del comunismo. Soy liberal.
("La revolución española vista por una republicana", Ediciones Espuela de Plata, 2005, pp. 177-178)
Desempeñó varios oficios, entre
ellos el de telefonista, sacó plaza de funcionaria en Correos. Entró a trabajar
en el periódico maurista La Tribuna como secretaria del director, un
puesto que le permitió conocer gente y donde comenzó a interesarse por la
política. En 1920 se matricula como estudiante en la escuela secundaria y luego
en la Facultad de Derecho, donde obtuvo una licenciatura en Derecho en la
Universidad de Madrid.
Al proclamarse la Segunda República
fue elegida diputada. Formó parte de la Comisión Constitucional encargada de
elaborar el proyecto de Constitución de la nueva república, integrada por 21
diputados, y allí luchó eficazmente para establecer la no discriminación por
razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera
del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal, a menudo llamado “voto
femenino”. Consiguió todo, excepto lo relativo al voto, que tuvo que debatirse
en el Parlamento.
La
izquierda, con algunas excepciones, no quería que la mujer votase porque se
suponía que estaba muy influida por la Iglesia y votaría a favor de la derecha.
Por ello, el Partido Radical Socialista puso frente a Clara a otra reconocida
diputada, Victoria Kent, contraria al voto de las mujeres. El debate fue
extraordinario y Campoamor fue considerada como la vencedora. Finalmente, la
aprobación del sufragio femenino se logró en 1931 con el apoyo de la minoría de
derechas, gran parte de los diputados del PSOE (excepto el sector encabezado
por Indalecio Prieto) y algunos republicanos. El derecho al voto fue ejercido
por las mujeres en las elecciones de 1933.
Escribió y publicó entre otras, El
derecho femenino en España, La situación jurídica de la mujer española y Mi
pecado mortal. El voto femenino y yo, un testimonio de sus luchas
parlamentarias.
Al estallar la guerra civil se
exilió y, en 1937, publicó en París La revolución española vista por una
republicana. Vivió una década en Buenos Aires y se ganó la vida
traduciendo, dando conferencias y escribiendo biografías (Concepción Arenal,
Sor Juana Inés de la Cruz, Quevedo). Marchó a Suiza donde vivió hasta su
muerte. Nunca en vida volvió a España. Sus restos descansan en el cementerio de
Polloe en San Sebastián (Guipúzcoa).
Fuentes:
Wikipedia, la enciclopedia
libre
Personajes de la Historia de
España. Espasa Calpe, S. A. 1999
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