viernes, 27 de septiembre de 2013

Clara Campoamor (Madrid, 1888 - Lausanne, 1972)

Clara Campoamor







Estoy tan alejada del fascismo como del comunismo. Soy liberal.
("La revolución española vista por una republicana", Ediciones Espuela de Plata, 2005, pp. 177-178)




Desempeñó varios oficios, entre ellos el de telefonista, sacó plaza de funcionaria en Correos. Entró a trabajar en el periódico maurista La Tribuna como secretaria del director, un puesto que le permitió conocer gente y donde comenzó a interesarse por la política. En 1920 se matricula como estudiante en la escuela secundaria y luego en la Facultad de Derecho, donde obtuvo una licenciatura en Derecho en la Universidad de Madrid.  
Al proclamarse la Segunda República fue elegida diputada. Formó parte de la Comisión Constitucional encargada de elaborar el proyecto de Constitución de la nueva república, integrada por 21 diputados, y allí luchó eficazmente para establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal, a menudo llamado “voto femenino”. Consiguió todo, excepto lo relativo al voto, que tuvo que debatirse en el Parlamento.
La izquierda, con algunas excepciones, no quería que la mujer votase porque se suponía que estaba muy influida por la Iglesia y votaría a favor de la derecha. Por ello, el Partido Radical Socialista puso frente a Clara a otra reconocida diputada, Victoria Kent, contraria al voto de las mujeres. El debate fue extraordinario y Campoamor fue considerada como la vencedora. Finalmente, la aprobación del sufragio femenino se logró en 1931 con el apoyo de la minoría de derechas, gran parte de los diputados del PSOE (excepto el sector encabezado por Indalecio Prieto) y algunos republicanos. El derecho al voto fue ejercido por las mujeres en las elecciones de 1933.
Escribió y publicó entre otras, El derecho femenino en España, La situación jurídica de la mujer española y Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, un testimonio de sus luchas parlamentarias.
Al estallar la guerra civil se exilió y, en 1937, publicó en París La revolución española vista por una republicana. Vivió una década en Buenos Aires y se ganó la vida traduciendo, dando conferencias y escribiendo biografías (Concepción Arenal, Sor Juana Inés de la Cruz, Quevedo). Marchó a Suiza donde vivió hasta su muerte. Nunca en vida volvió a España. Sus restos descansan en el cementerio de Polloe en San Sebastián (Guipúzcoa).




Fuentes:
Wikipedia, la enciclopedia libre
Personajes de la Historia de España. Espasa Calpe, S. A. 1999



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