Madre
del alma, madre querida,
son
tus natales, quiero cantar;
porque
mi alma, de amor henchida,
aunque
muy joven, nunca se olvida
de
la que vida me hubo de dar.
Pasan
los años, vuelven las horas
que
yo a tu lado no siento ir,
por
tus caricias arrobadoras
y
las miradas tan seductoras
que
hacen mi pecho fuerte latir.
A
Dios yo pido constantemente
para
mis padres vida inmortal;
porque
es muy grato, sobre la frente
sentir
el roce de un beso ardiente
que
de otra boca nunca es igual.
Muchas
de estas primeras poesías hasta 1870 fueron escritos por Martí como dedicatoria
para un retrato suyo, especialmente los compuestos durante su presidio en San
Lázaro.
Qué bonita!!!
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