Paolo e Francesca William Dyce (1845) |
El conocimiento de este personaje se debe más a la poesía de
Dante que a la abundancia y clarividencia de los datos y acontecimientos
históricos que le rodean, siendo su drama el eje central del Canto V de la
Divina Comedia. Otras obras literarias han hablado de ella como el poema llamado “Rimini”
(1816) de Leigh Hunt y el drama “Francesca de Rímini” (1902) de Gabrielle D’Annunzio. En escultura, “El beso” de Auguste Rodin se inspira en esta
historia. Pintores como Ingres y
Alexandre Cabanel también la han inmortalizado.
Francesca
era hija de Guido de Polenta, gobernador de Rávena y acaudalado noble que durante su adolescencia
había mantenido un serio enfrentamiento con la familia Malatesta de Rímini,
ciudad próxima a la suya. Con los años la mejor forma que encontró de acabar
con esas desavenencias fue, por supuesto, un matrimonio entre ambas familias
con ventajosos acuerdos monetarios de por medio. Ese fue el motivo del
matrimonio de Francesca da Polenta con Gianciotto Malatesta, un guerrero tan
valiente como repulsivo de aspecto.
Según
Bocaccio, en la boda por poderes que se celebra en Rávena, Gianciotto estuvo
representado por su hermano Paolo, un hombre con gran prestancia física. El
problema fue que a la hermosa Francesca no le pusieron en antecedentes acerca
de esos poderes quedando impresionada en un primer momento con los atractivos
de Paolo, y desilusionada después cuando, al llegar a Rímini, se encuentra con
la sustitución de su apuesto marido por otro mucho menos cautivador.
Otra
hipótesis a considerar es la del compromiso matrimonial entre Francesca y
Paolo; según esta versión fue Gianciotto quien acudió a representar a su
hermano Paolo en esa boda por poderes y, una vez en Rávena, impresionado por la
belleza de Francesca, decidió prescindir de esa cláusula de por poderes,
-potestad que tenía concedida como hijo mayor de la familia- y casarse con ella
legalmente.
Como
resultado de cualquiera de esos dos supuestos, tenemos una joven y bella
Francesca casada con un deforme Gianciotto y conducida a un castillo en donde
su galante cuñado Paolo se convertirá en su más asidua compañía. Dos
amantes felices y profundamente enamorados, que terminarán sus días
trágicamente cuando Gianciotto les de muerte atravesándolos con su espada en el
mismo momento de descubrirlos en su pasión amorosa.
Lo
inexplicable que tras una traición de ese tipo les enterrasen juntos como
efectivamente se hizo, en su sarcófago de mármol en la iglesia de San Agustín
de Rímini.
Por
lo demás la historia de Francesca y Paolo es como la de muchas jóvenes bien
educadas de su tiempo a las que no se les reconocían otros derechos que los de
la obediencia al padre en primer lugar, y después al esposo que en ese momento
les hubiesen elegido. Y como mucho en el mejor de los casos, sus historias de
trágico final podrían ser sublimadas si un Dante o un Shakespeare decidía
rescatarlas del olvido.
(…) Amor; que a
todo amado a amar le obliga,
Prendió por este
en mi pasión tan fuerte
Que, como ves, aún
no me abandona (…)
Canto V de la
Divina Comedia de Dante Alighieri
Fuente:
Exposición: Mujeres con
Historia. Expohistoria 21. Un recorrido por la apasionante vida de veinticinco
mujeres.
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