¡Ah
de la fortaleza!
Por
orden del rey Sancho III de Navarra, el castillo monasterio de Loarre fue construido
en una estribación de la sierra de Guara, dominando a Huesca por el norte, y
así servir como avanzadilla fronteriza.
Su
interés arqueológico es extraordinario porque constituye un castillo románico
sin aditamentos posteriores y presenta un buen estado de conservación, salvo la
parte del antiguo castillo algo más deteriorada. Fue nombrado Bien de Interés
Cultural y Monumento Nacional en el año 1906.
Se sabe que como monasterio existía en 1071 y
que antes perteneció a una comunidad de canónicas de San Agustín. Está situado
sobre un montículo y en los sitios en que la elevación es accesible lo rodea
poderosa muralla de diez mil metros cuadrados y un perímetro de ciento setenta
y dos metros, provista de torreones y dos puertas. La de entrada es románica
con decoración en el tímpano. Sus dependencias militares se agrupan en varios
pisos a los que se llegan por una imponente escalera.
Se
identifica con dificultad, pero existen galerías, cuadras, calabozos, caminos
de ronda y hasta una salida de escape. Entre la muralla y el cuerpo del
castillo se eleva una torre vigía. La del homenaje, situada al noroeste del
conjunto, es de tres pisos.
A
la derecha de la escalera está la cripta de Santa Quiteria, que fue lugar de
enterramientos, con una increíble acústica. Es de una sola nave y aparejo
característico del primer románico, se fecha hacia mediados del siglo XI.
Desde
ella se accede a la iglesia de San Pedro, el edificio más sobresaliente que se
empezaría a construir a finales del siglo XI y se terminaría en el XII. Consta
de una sola nave, de bóveda de cañón decorada por una larga cenefa de
ajedrezado jaqués y con ábside semicircular decorado con columnas adosadas a los
muros con capiteles tallados con motivos fantásticos, vegetales y bíblicos; Entre
el ábside y la nave, delante del presbiterio, se eleva una cúpula sostenida por
cuatro trompas, de veintiséis metros de altura. .
Varias
ventanas ajimezadas brindan la vista hacia donde se ubicó el pueblo de Loarre
hasta el siglo XVI.
Dice
una leyenda que en él murió don Julián, arrepentido por haber traicionado a su
rey Don Rodrigo. Conserva el recuerdo de los reyes Sancho Ramírez, Pedro I y
Sancho III el Mayor.
Tras
el compromiso de Caspe, Antonio de Luna y su hermana doña Violante, partidarios
de Jaime de Urgel, resistieron férreamente a las tropas de Fernando I de
Aragón.
El
castillo abadía se mimetiza con el terreno llegando a confundirse con él a
pesar de su gran tamaño.
Fuentes:
Salvat Editores, S. A. 1967
Wikipedia, la enciclopedia libre
Fuentes:
Salvat Editores, S. A. 1967
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