viernes, 1 de julio de 2016

Amantes de mis cuentos: Vorágine

El doctor (1891)
Samuel Luke Fildes



Escucho un estertor y suena el teléfono. Es el médico que por adelantar ha firmado ya la defunción. Cuelgo. 

Vuelve a sonar. Un tanatorio dando facilidades. Dicen que vienen en un cuarto de hora. Vale. 

Aprovecho para ir al Banco. Pongo el dinero a buen recaudo. Más tarde no se puede tocar y tengo que hacer frente a los gastos.

Cuando regreso otros tanatorios llaman con sus ofertas. No es momento para andar de rebajas. 

Llega el coche fúnebre. Me preguntan qué mortaja deben poner. 

Cuando comienzan… abre los ojos.

Falsa alarma.



© Marieta Alonso Más

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