En 1616 pasaron a mejor
vida los dos más grandes escritores de la literatura universal. Nunca se
encontraron. Uno era novelista y el otro dramaturgo. El primero murió pobre,
acabó en un osario común, el triunfo le fue esquivo. El segundo murió rico y
con prestigio.
Y encima ni siquiera murieron
el mismo día. En 1582, el Papa Gregorio XII adelantó diez días el calendario,
de modo que el 5 de octubre pasó a ser el 15 del mismo mes. Solo Francia,
Italia e España adoptaron inmediatamente este cambio. Inglaterra no lo hizo
hasta 1752. Cervantes falleció el 22 de abril y fue enterrado el 23.
Shakespeare murió el 23 de abril según el calendario juliano, mas no en el
calendario gregoriano. Realmente el 23 de abril de 1616 el que murió fue el
Inca Garcilaso de la Vega, escritor e historiador peruano al que se le conoce
también como el príncipe de los escritores del Nuevo Mundo.
Lo que sí se puede decir con total certeza
que Cervantes y Shakespeare no pertenecen a una sola época, pertenecen a la
eternidad.
Breve
bosquejo de cada uno:
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El retrato Chandos, artista y autenticidad sin confirmar. National Portrait Gallery |
William Shakespeare nació
en Strafford-upon-Avon. Fue el tercero de ocho hijos. Se dice que solo con sus
versos hubiera pasado a la historia de la literatura; mas por su genio teatral
y el impresionante retrato que hace de la condición humana en sus grandes
tragedias, es considerado el mejor dramaturgo de todos los tiempos.
Existe una teoría, una
especulación, un chisme sobre la autoría de las obras de Shakespare que se
remonta a comienzos del siglo XVIII. Se cree que Christopher Marlowe usurpó la
personalidad de William. Este hombre pertenecía a la Sociedad de los Caballeros
de la Noche, antecedente de los Servicios Secretos ingleses y se le relacionaba
con Thomas Walsingham, primo del secretario de estado y responsable de los
servicios de espionaje. A Marlowe le mata uno de sus dos mejores amigos. Se
consideró que el homicida actuó en defensa propia y a las cuatro semanas,
recibió el perdón de la Reina. La ficción quiere hacernos creer que al que
matan es a Shakespeare. Otros dicen que se habría buscado un muerto que
simularía ser el de Marlowe, y el verdadero habría huido fuera de Inglaterra. Y
desde allí enviaría su producción literaria a Walsingham que previamente había
buscado a un hombre de paja que firmase estas obras. Los defensores de esta
teoría consideran que ese hombre de paja fue Shakespeare, un cómico aventurero,
que no rechazó el acuerdo. Sustentan que Shakespeare con su escasa formación
sobre la cultura clásica no pudo ser el autor de obras de tal calidad, porque aprender,
lo que se dice aprender, aprendió “poco latín y menos griego”.
Según la Enciclopedia
Británica, el propio Shakespeare habría compuesto el siguiente epitafio para su
lápida.
Buen amigo, por
Jesús, abstente,
de cavar el polvo
aquí encerrado.
Bendito sea el
hombre que respete estas piedras,
y maldito el que remueva
mis huesos.
Una leyenda afirma que las obras inéditas de
Shakespeare yacen con él en su tumba. Nadie se ha atrevido a comprobar la
veracidad de la leyenda, tal vez por miedo a la maldición del citado epitafio.
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Retrato atribuido a Juan de Jáuregui No ha sido autentificado. |
Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá
de Henares, fue bautizado en la iglesia de Santa María la Mayor, según consta
en su acta bautismal. Su vida no fue fácil: Recorrió muchos pueblos de España,
se batió en duelos, viajó a Italia, fue soldado, en la batalla de Lepanto el
plomo de un disparo le dio de lleno en la mano izquierda y le llamaron Manco, cuando
solo estaba inutilizada; sufrió cautiverio en Argel, y menudo rescate solicitaron.
Cuatro intentos de fuga en su haber, por fin le liberan tras el pago que
efectuaron los padres trinitarios, viaja a Portugal, trabaja en una comisión
secreta en Orán, regresa a Madrid, no descuida las relaciones amorosas y tiene
una hija con una mujer casada y entre tantas idas y venidas escribe, escribe y
escribe. Se casa en Esquivias, se separa sin hijos. Trabajó como recaudador de impuestos y, sin querer
queriendo, dicen las malas lenguas, que algunas cantidades quedaron adheridas a
sus dedos, las buenas nos explican que el recaudador para no llevar tanto
dinero encima lo colocó en un banco de aquella época que quebró, perdió el
dinero que no era suyo, tuvo que volver a la cárcel, y comenzó a escribir una
de las mejores obras de la literatura universal “Don Quijote de la Mancha” que
se ha descrito como la primera novela moderna, además de ser el libro más
editado y traducido de la historia, solo superado por la Biblia. He aquí los
versos que Cervantes le dedicó en su lecho de muerte a don Pedro Fernández de
Castro y Andrade, su amigo y mecenas:
Puesto ya el
pie en el estribo,
con las
ansias de la muerte,
gran señor,
ésta te escribo.
Ayer me dieron la extremaunción, y hoy escribo ésta.
El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo
esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir y quisiera yo ponerle
coto hasta besar los pies de Vuestra Excelencia, que podría ser fuese tanto el
contento de ver a Vuestra Excelencia bueno en España, que me volviese a dar la
vida. Pero, si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de
los cielos… continúa la carta y termina así… guarde Dios a V. E. como puede. De
Madrid a diez y nueve de Abril de mil y seiscientos y diez y seis años.
Criado de
vuestra Excelencia,
Miguel de Cervantes
Se cree que está enterrado en el Convento de
las Trinitarias en Madrid.
Hoy al español, al castellano también se le
conoce como la lengua de Cervantes quien hace cuatrocientos años y pico, para
ser exactos, murió en Madrid.
Los tertulianos han decidido leer algunos
párrafos de
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Editor: Francisco de Robles Fecha de publicación: 1605 |
El ingenioso hidalgo
Don Quijote de la Mancha
El famoso comienzo:
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no
quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en
astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más
vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados,
lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las
tres partes de su hacienda.
(Este primer párrafo pinta la vida tranquila
y monótona de un hidalgo de aldea, sus armas, sus comidas, sus vestidos. Pero
solo nos da la circunstancia del protagonista, no su yo. Eso se verá con el
transcurrir de su lectura. Nos habría encantado, los sábados, compartir con el
famoso hidalgo los duelos y quebrantos que con toda probabilidad eran huevos
con torreznos).
Capítulo primero
Que trata de la
condición y ejercicio del famoso hidalgo
Es, pues, de saber, que este sobredicho
hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a leer
libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto
el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda; y llegó a
tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de
sembradura, para comprar libros de caballerías en que leer; y así llevó a su
casa todos cuantos pudo haber dellos;…
Se enfrascó tanto en su lectura, que se le
pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y
así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que
vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los
libros, así de encantamientos, como de pendencias, batallas, desafíos, heridas,
requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles, y asentósele de tal modo
en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones
que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo...
Fue luego a ver a su rocín, y aunque tenía
más cuartos que un real, y más tachas que el caballo de Gonela… le pareció que
ni el Bucéfalo de Alejandro, ni Babieca el del Cid con él se igualaban. Cuatro
días se le pasaron en imaginar qué nombre le podría: porque, según se decía él
a sí mismo, no era razón que caballo de caballero tan famoso, y tan bueno él
por sí, estuviese sin nombre conocido; y así procuraba acomodársele, de manera
que declarase quien había sido, antes que fuese de caballero andante, y lo que
era entonces: pues estaba muy puesto en razón, que mudando su señor estado,
mudase él también el nombre; y le cobrase famoso y de estruendo, como convenía
a la nueva orden y al nuevo ejercicio que ya profesaba: y así después de muchos
nombres que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria
e imaginación, al fin le vino a llamar ROCINANTE, nombre a su parecer alto,
sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que
ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo. Puesto
nombre y tan a su gusto a su caballo, quiso ponérsele a sí mismo, y en este
pensamiento, duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar DON QUIJOTE…
Pero acordándose que el valeroso Amadís, no
sólo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que añadió el nombre
de su reino y patria, por hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así
quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya, y llamarse DON
QUIJOTE DE LA MANCHA, con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y
patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della.
Continuad vosotros…
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