Blog literario de Francisco Martínez Bouzas |
"UN CALCETÍN DE LANA ROJO": HUMOR , ACCIDEZ Y TERNURA
José A. Ramírez Lozano
Menoscuarto Ediciones, Palencia 2019, 191 páginas.
José
Antonio Ramírez Lozano (1950) es un escritor todo terreno que con igual fortuna
ha nutrido su trayectoria literaria con poemarios y con una intensa obra
narrativa. Tanto sus libros de poesía como sus piezas narrativas han recibido
algunos de los más importantes galardones de las letras hispánicas. El libro
editado hace unas semanas por Menoscuarto, por poner un ejemplo, fue galardonado
con el primer Premio de Narrativa Camilo José Cela 2017, convocado por la
Diputación de Guadalajara.
Un calcetín de lana rojo ha sido
calificado /etiquetado como un canto a la imaginación y una defensa de la
identidad cultural a través de una pieza que es una pseudo batalla contra una
intrigante trama china, que da pie a una disparatada historia, con la Semana
Santa como telón de fondo y el barrio de Triana como marco espacial.
La novela
reúne todas las características que definen la escritura de de José A Ramírez
Lozano: el sentido humorístico y la originalidad de sus tramas. El protagonista
de Un calcetín de lana rojo es un traductor vasco tímido que
había puesto en comunicación a cientos de lectores de distintas lenguas, sin
ser capaz él de comunicarse. Y aunque la novela se inicia “in media res”, sabemos
que el traductor vasco es Ignacio Antía, que viaja desde su tierra natal a
Sevilla para cursar estudios. Es un experto cazador de calcetines y ropa íntima
que cae desde los tendederos hasta el patio controlado por los chinos en el
edificio en el que vive. La primera noche en su piso de Triana, la fortuna puso
a su alcance el mejor caladero: el del patio interior. El calcetín que se
disponía a tender, se le escurrió y cayó hasta el fondo del patio. Y su gran
temor es que ese calcetín rojo lo ponga en evidencia, sobre todo ante sus
vecinos, unos chinos que tenían un perrito pequinés. Intentará pescar el
calcetín pero la presa que obtuvo fue una media femenina. Y todo se va complicando poco a poco,
comenzando por cómo devolver la media y recuperar el calcetín; problema que
encuentra fácil solución porque se lo lleva a su puerta el perro pequinés.
La novela
muy pronto entra en la obscura hermandad de los chinos que él supone planeaban
conciliábulos y estrategias contra nuestra cultura. Y en efecto, en cinco días
descubre que los chinos del bajo son una amenaza secreta, sospecha o certeza
que le confía a Sofía una italiana que vive en el mismo edificio.
Ignacio
Antía está seguro de que los chinos pretenden invadirnos y su invasión no
solamente consistirá en el dominio comercial, sino sobre todo en el propósito
de destruir nuestra cultura y nuestra forma de ser nacional, para substituirlas
por las suyas. Ante tales propósitos y elucubraciones de su mente, se dispone a
combatirlos, contando con su destreza y habilidades en la pesca de prendas
íntimas caídas desde los tendederos hasta el patio común, controlado por los
chinos. Cuenta así mismo con la ayuda de la italiana Sofía que le acompaña en
su cruzada.
Tendrá
que enfrentarse a numerosos enemigos: los perros pequineses y -más peligrosos
aún- los ejércitos de hormigas chinas, perfectamente amaestradas para
introducirse por todos los rincones y rendijas. Y poder así destrozar lo más
valioso de nuestra cultura, o deslizar en las etiquetas poemas, fórmulas
culinarias o refranes chinos.
De este
modo, el joven traductor vasco, retraído y huraño -hecho del arrimo de las
bestias- que había puesto en comunicación a cientos de lectores de distintas
lenguas, sin ser capaz el mismo de comunicarse, acaba implicado en el objetivo,
poco menos que bélico, de que los orientales no pasen y el país se salve.
Un cierre
feliz pone fin a esta novela en la que el autor domina a la perfección una
trama original y rebosante de humor con la que más que nada nos entretiene. Un
ritmo narrativo movido por las complicaciones que el protagonista va
encontrando una tras otra; y el tono lúdico ya aludido garantizan la
narratividad de esta novela.
Francisco Martínez Bouzas
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