jueves, 27 de febrero de 2020

Castillo de La Alameda



En su día, se dijo:

(…) muy buen castillo de cal y canto, nuevamente reparado con su foso y torreones, y en él plantadas ocho muy buenas piezas de bronce, con otras de hierro colado, y muchos arcabuces y ballestas turquesas, con otras muchas armas, para seguridad y defensa del mesmo castillo.

Se sabe que un noble sin castillo no es nadie. No solo cumplía funciones castrenses, sino que también servía de residencia a señores, nobles y a los propios reyes. En general la entrada de los castillos nunca estaba enfrente del puente, tampoco tenía ventanas en la fachada y siempre había una capilla dentro del mismo.

Este de La Alameda tiene pequeñas dimensiones. Presenta planta rectangular, con esquinas redondeadas. En lo que respecta a las torres, solo se mantienen en pie dos, una cuadrangular, en el ángulo noroeste y otra cilíndrica, en el extremo opuesto.

Bajo el castillo hubo un asentamiento datado del 2000 a.C. Está cerca del Arroyo de Rejas, el Jarama y el Manzanares. Fue reocupado durante época romana y medieval. Durante el medioevo surge la aldea de La Alameda.

Se cree que fue Diego Hurtado de Mendoza quien mandara construir el castillo en medio de un bosque de encinas y junto a la aldea, entre los años 1431 y 1476, fecha en la que figura «como refugio de los partidarios de la Beltraneja cuando perdieron Madrid» tras la batalla de Toro, así consta en la documentación de la época.

Posteriormente fue otorgado como dote por el rey Juan II de Castilla a Inés de Ayala y Ruiz Sanz Zapata, pasando de este modo a los Zapata, por lo que vemos en el escudo unos zapatos​.

Cuando los Zapata se emparentaron con la poderosa familia de los Mendoza, Francisco Zapata y Cisneros, el mayordomo de Felipe II y presidente del Consejo de Castilla fue nombrado I conde de Barajas y señor de La Alameda.​ En 1575, el conde encargó su ampliación y reforma para convertirlo en palacio renacentista con un espléndido jardín, se levantó la torre del homenaje, se construyeron nuevas crujías en los laterales oriental y meridional y se abrieron vanos más amplios y luminosos. Así mismo el foso se convirtió en jardín. ​

Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, duque de Alba, lo habitó en 1580 a su regreso del destierro de Uceda. La reina Margarita de Austria, al casarse con Felipe III visitó el castillo en 1599​ de camino a Madrid. ​ En él murió el III duque de Osuna.​ Tras su fallecimiento, la condesa de Benavente, su esposa, decidió comprar las tierras adyacentes, que, con el tiempo, dieron lugar a la finca de la Alameda de Osuna. ​
Un incendio destruyó el castillo en 1697​. Ante el abandono piedras y otros elementos fueron desapareciendo. Cuando en 1787 se comienza a construir el parque de El Capricho, propiedad de la duquesa María Josefa Pimentel y Téllez-Girón, se usan materiales procedentes del castillo abandonado. Su deterioro se hizo especialmente visible en el siglo XIX. Sus materiales también sirvieron para la construcción del panteón de los Fernán Núñez​ familia que heredó el título nobiliario del condado de Barajas. En 1856,​ la duquesa proyectó recuperar el castillo para convertirlo en casa de campo, proyecto del cual aún se conservan los dibujos, sin firmar, pero posiblemente realizados por un arquitecto belga. ​
Volvió a sufrir nuevos daños, durante la  guerra civil, al instalarse junto a él un nido de ametralladoras, formando parte del sistema defensivo del alto mando republicano asentado en El Capricho.
Está considerado Bien de Interés Cultura y hoy depende del Departamento de Museos del Ayuntamiento de Madrid, estando adscrito al Museo de los Orígenes.
Desde el castillo hay una buena vista de la Peineta, el estadio del Atlético de Madrid.




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