domingo, 4 de abril de 2021

Amantes de mis cuentos: El pretendiente (Versión francesa)

 


Le pretendant


Il semblait sage et intelligent... comme on croit les hommes habituellement. Quand il est arrivé dans notre village, il fut la nouveauté. Et pas parce qu’il était un Adonis. Il était aussi mince que la morue sèche et on pouvait compter un par un les deux cent six os que possède chaque adulte. Si ça attirait l’attention, c’était pour avoir conduit une voiture qui enlevait le hoquet. Pour moi sa voiture était indifférente, j’avais un vélo avec une sonnette rouge coquelicot, si bruyant que tout le monde me cédait le passage.


Pendant six mois chaque dimanche, il se promenait avec une fille différente, jusqu’à ce que lors d’une fête il me remarque. Il m’invite à danser mais je refuse. Les dragueurs me dégoûtent, et je le lui ai dit à haute voix. Je n’ai jamais eu beaucoup d’amies, j’en avais seulement trois, et toutes les trois ont eu le malheur de tomber amoureuses de ce crétin. J’attache une grande importance à l’amitié, c’est pourquoi je leur ai conseillé de découvrir d’où venait ce type. Elles ne m’ont pas écoutée.

 

Alors j’ai commencé à faire mes rechercheset elles ont révélé que ce Don Juan laissait des enfants dans chaque coin, chaque village ou chaque ville par où il passait. En quittant son poste, il piétinait le sol pour se débarrasser de la poussière, et il filait comme un rat.


Mes amies prétendaient couvrir les faits avec le silence. J’ai refusé. Mais que faire? Et je suis allée au monastère d’Oseira demander conseil à ma sainte préférée. En sortant de là, je sentais la force nécessaire pour faire connaître un tel comportement à la police, au prêtre et au maire, ce qui a conduit le Tenorio à abandonner la ville un beau dimanche après-midi, non sans avoir d’abord soufflé un baiser à chaque fille. Sauf à moi, qui l’ai menacé avec un sort pour que le brouillard dévore son image.

J’ai perdu l’affection de mes amies. Elles auraient aimé avoir un enfant de lui, mais leurs mères m’ont rendu hommage pour avoir empêché cet homme de laisser sa semence dans notre village.

 

Traducida con todo cariño por: 

María Ramírez Sánchez nació en Melilla y con 8 añitos se fue a vivir a Oujda, una ciudad del entonces protectorado francés del norte oriental de Marruecos, a muy pocos kilómetros de la frontera con Argelia. Con 21 años se vino a Madrid, donde ha trabajado haciendo traducciones francés-español hasta su jubilación, y donde ha formado una bonita familia de la que se siente muy orgullosa. 

Un millón de gracias María.                           

 

El pretendiente

Parecía sensato e inteligente… como los hombres acostumbran aparentar. Cuando llegó a nuestro pueblo fue la novedad. Y no precisamente por ser un Adonis. Era tan delgado como el bacalao seco y se le podían contar uno a uno los doscientos seis huesos que tiene toda persona adulta. Si llamaba la atención era por conducir un coche que quitaba el hipo. A mí su automóvil me era indiferente, yo tenía una bicicleta con un timbre rojo amapola, tan estrepitoso que todos me cedían el paso.

Durante seis meses cada domingo sacó de paseo a una chica distinta, hasta que en una verbena tocó el turno de que se fijara en mí. Me sacó a bailar. Lo rechacé. Me dan asco los mariposones, le dije con voz alta y clara.   

Nunca fui de muchas amigas, solo tenía tres y las tres tuvieron la desgracia de enamorarse de aquel mamarracho. Yo a la amistad le doy gran importancia, por lo que les aconsejé que averiguaran de dónde había salido aquel tipo. No me hicieron caso. Así que empecé a indagar.

Las pesquisas delataron que aquel donjuán iba dejando hijos en cada aldea, pueblo o ciudad por donde pasaba. Al marcharse del lugar donde estuviera destinado, zapateaba para quitarse el polvo y si te he visto no me acuerdo.   

Mis amigas pretendieron tapar los hechos con el silencio. Me negué. Pero, ¿qué hacer? Y me fui al monasterio de Oseira a pedir consejo a mi santa preferida. Al salir de allí sentía la fuerza necesaria para dar a conocer tal comportamiento a la policía, al cura y al alcalde, lo que dio lugar a que el tenorio saliera por pies una hermosa tarde de domingo, no sin antes soplarles un beso a cada chica. Menos a mí, que lo amenacé con un conjuro para que la niebla devorase su imagen.

Perdí el afecto de mis amigas. A ellas no les hubiese importado tener un hijo suyo, pero las madres me hicieron un homenaje por evitar que aquel hombre dejara su simiente en nuestra aldea.

 

© Marieta Alonso Más 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario