Mapa de Jericó. Siglo XIV Biblia Farhi de Elisha ben Avraham Crescas |
¿Significan algo los
laberintos?
¿Son símbolos iniciáticos, mapas de ocultos lugares, remotas
encrucijadas?
El diccionario nos dice: laberinto, lugar intrincado de fácil
acceso y difícil salida, pero no aclara donde se hizo el primero ni que
motivos tuvo su desconocido autor para realizarlo, solo sabemos que el tema ha
interesado desde tiempos ancestrales especialmente a arqueólogos e
historiadores que no han sabido dar respuestas claras y contundentes.
Laberinto Trojeborg (Ciudad de Troya), labrado en piedra procedente de Visby, Suecia |
La palabra laberinto
procede del griego Labrys, que significa: hacha de doble filo, asociada al
culto de la serpiente, fue el lema del rey de Creta, Minos, que ordenó a Dédalo
construyera un laberinto cercano a su palacio como singular elemento defensivo,
el mito de Teseo narra que en aquel reducto habitaba el Minotauro, toro
monstruoso que se alimentaba de carne
humana y fue abatido por el valiente
Teseo ayudado por su amada Ariadna que le dio un ovillo de seda para que lo
fuera devanando y asegurarse así la salida.
El caso es que el modelo
cretense se difundió por el Mediterráneo y durante la Edad Media se utilizó
como trampa mortal delante de las fortalezas, los enemigos se perdían y caían
en emboscadas. Curiosamente, también se grabó en pavimentos de iglesias,
especialmente templarias, como signo de renovación espiritual, recorriéndolo
devotamente, se purificaba el cuerpo llegando a la resurrección del espíritu.
Michael Ayrton, un
inglés que dedicó apasionadamente gran parte de su vida a descifrar enigmas
dice: Toda vida es un laberinto en cuyo centro está la muerte. Incluso después
quizá haya que atravesar un nuevo laberinto espiritual hasta alcanzar la
plenitud. Aunque en el siglo XVII se
pusieron de moda, recordemos Versalles, poco a poco perdieron interés y
prácticamente desaparecieron, y desde hace mucho, tener o estar en un laberinto
se asocia a incertidumbre o difícil situación.
Jardín laberíntico Aschaffenburg, Alemania |
Me pregunto:
¿Estamos
metidos ahora en un laberinto?
¿Qué está pasando?
¿Es difícil la salida?
Una voz
autorizada decía hace poco: el tema es complejo y preocupante, tenemos una
sociedad enferma, anestesiada, egoísta y prepotente que falla continuamente en
lo esencial.
¿Y en qué fallamos?
Creo que en muchas cosas, en esta época
trivial y superficial se está perdiendo el placer del trabajo bien hecho, del esfuerzo
gratificante, lo que priva es la cultura “kleenex”, usar y tirar, todo lo
queremos rápido, fácil, ¿para qué estudiar con lo fácil que es buscar en
internet y copiar literalmente?, ¿para qué cocinar para los tuyos cosas ricas y
apetitosas con lo fácil que es comprar algo preparado, microondas y en cinco
minutos a comer?, ¿para qué reunirte con la familia o los amigos, pasear, leer
un buen libro, ir al teatro, con lo cómodo que es apoltronarte en un sillón,
poner la tele y pasar horas contemplando sus Maravillosos programas. Fuera
complejos, todo vale para alcanzar lo que deseas, aunque conlleve abusos,
violencia, y corrupción,
Seguramente los que
hayan tenido la paciencia de leerme piensen: Pobre Isabel, como se le notan
los años, la desilusión, el cansancio. Pues tienen razón. Pero, ¿recuerdan el
final de la mítica película Casablanca y la frase: Siempre nos quedará Paris,
pues a mí me queda la esperanza de que surja algún esforzado Teseo que nos
saque del laberinto y nos lleve a una luminosa salida de honestidad, esfuerzo
personal y bienestar.
Amén.
© Mª Isabel
Martínez Cemillán
Laberintos por Mª Isabel Martínez Cemillán se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
Fotos: Wikipedia, la enciclopedia libre
No entiendo que, conociéndote como te conozco, admirándote como te admiro, aún me asombre tu capacidad de análisis, tu facilidad para plasmar con claridad meridiana verdades que están ahí pero que no somos capaces de definir... Por eso eres ¡OCTOGENIAL!
ResponderEliminarMuchas gracias por definir con claridad meridiana lo que pensamos de Isabel. ¡Octogenial! Lo es.
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