Alepo, Siria, guerra, refugiados. En los últimos años estas palabras u otras tantas de tristes connotaciones se han convertido en sinónimos. El Apicultor de Alepo es la historia de la huida de una familia desde el horror a la esperanza pasando por la miseria, el abandono y la realidad de occidente para con todas esas personas que no tienen más salida que dejar lo que siempre han conocido y amado.
Nuri Ibrahim, apicultor y
Afra, pintora, toman la difícil decisión de escapar de su tierra, dejando atrás
lo que más aman, después de haber perdido a su hijo Sami y al ver como todo su
mundo se desmorona y sus vidas corren un serio peligro.
La esperanza de una vida
mejor en Inglaterra donde ya reside un familiar, una de las personas que más
han influido en la vida de Nuri, les hace enfrentar un viaje peligroso y
dramático en el que se van a encontrar con la cara más oscura y pútrida de la
inmigración: mafias, hambre, prostitución, burocracia, prejuicios y un largo
deambular por míseros campos de refugiados.
Nuri nos relata las
dificultades de su viaje a la vez que echa la vista atrás, a su vida en Alepo y
a su pasión por las abejas entre las que lleva años viviendo. A través de sus
recuerdos y sus vivencias, nos muestra claramente diferenciadas, las imágenes
del antes y después de una vida que, como tantas y tantas, quedó truncada por
la locura de la guerra.
El apicultor de Alepo es una
llamada de atención, un grito soterrado que retumba en las conciencias. Esos
hombres, mujeres y niños que se ven forzados a salir al mundo desconocido sin
posibilidad de elección y que se enfrentan, una y otra vez, con una muralla que
les impide lo que tanto ansían, a algunos de una forma definitiva.
Historia dura porque nos pone
delante de los ojos la realidad sin velos y la inquietante certeza de que el
ser humano es el único depredador que amenaza al propio ser humano de multitud
de formas diferentes: violencia, opresión, expolio, pero también: abandono,
indiferencia, falta de empatía.
La autora de esta novela
Christy Lefteri, sabe bien de lo que habla, no solo por ser inglesa de padres
grecochipriotas que tuvieron que dejar su tierra y buscar un lugar lejos
después de la invasión turca, sino por el trabajo que ha desarrollado en un
centro de refugiados griego.
© Julia de Castro
Mi invierno en libros
2020
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