UN HOMBRE TONTO ES FACIL DE ENCONTRAR
Sinesio salió del portal y fue rápido hasta el paso de peatones. El semáforo estaba rojo. A su lado, un hombre con gafas oscuras, golpeaba rítmicamente el suelo con un bastón.
La luz se puso verde y Sinesio no se lo pensó dos veces. Agarrando al hombre por el brazo trataba de conducirlo hasta el otro lado. De la boca del viandante salían sonidos de difícil comprensión y el arrastrar de una pierna dificultaba su marcha.
“Vamos, vamos –le dijo Sinesio- dese prisa porque se nos va a cerrar el disco”. Y a trancas y barrancas, llegaron hasta la acera, justo cuando el semáforo pasó a rojo.
Sinesio, satisfecho de su buena obra, le dio unas palmaditas y se fue silbando. Y allí quedó el hombre. Su rostro, en un instante, iba adquiriendo un color granate, las venas de las sienes se le marcaron con nitidez y un brillo de furia afloró a los ojos. Sus manos blandían el bastón amenazante, mientras que en su interior lanzaba maldiciones:
“Maldito dentista y su anestesia que me ha dejado sin voz, maldita sea mi cojera y sobre todo, maldito sea el demente que, me ha obligado a cruzar la calle y me ha hecho perder el último autobús a mi pueblo.
Qué bueno Alejandro!!! Me encanta este cuento y todos los que escribes.
ResponderEliminarCarmen Dorado