De sus trenzas cuelgan abalorios, tiene los ojos
pintados con kohl y una sonrisa infantil y sarcástica deja entrever un diente
de oro. La chaqueta negra brilla con lamparones, insignias de noches de taberna,
los volantes de la camisa, un día blancos, le hacen cosquillas en el mentón y obligan
a un gesto lateral, como si esperara a un enemigo por la izquierda. La calle
de la izquierda que baja al puerto, por donde la vio llegar con andar sinuoso.
Había atracado esa mañana después de meses en la mar, meses
durante los cuales tuvo que sortear la flota de Su Majestad, abordar el Diente
Negro, degollar a su capitán, tirar por la borda a los cimarrones que
intentaban organizar un motín, y todo ello con poco ron en la sangre, algo que
estaba dispuesto a enmendar cuando, de camino a la cantina, vio los encajes de una
sombrilla dibujando crepúsculos sobre un rostro de mujer; una boca afanada en
un mango carnoso, una hebra naranja deslizándose por un mástil de nácar para
fondear entre dos lunas llenas… y sintió que su castillo de proa lo llevaría en
otra dirección.
Con paso inseguro, en parte por la falta de costumbre
de caminar en tierra firme, en parte por ese faro que empezaba a encenderse, la
siguió a través del mercado, barloventeando el olor a jazmín que desprendía su
pelo.
Las
callejuelas de Antigua fueron escenario de persecuciones y desencuentros, hasta
que ella lo sorprendió, de frente. Y lo remolcó a la playa.
Vientos huracanados arriaron enaguas, rompieron
camisas y desamarraron calzones, él sintió el calor de esas piernas húmedas pegadas
a las suyas, el sudor salado y ácido que empezó a lamer desde las rodillas. Subía
despacio, deteniéndose en cada pliegue, mordiendo muslos abiertos como abanicos:
rojos, fuertes, hasta que llegó a una bahía con sabor a fruta madura.
Desmayaron pasión entre temblores y suspiros, en bocas
secas de tanto gemido, en manos temblorosas de tanta caricia y en un grito
final que hizo flamear la bandera negra con calavera.
Al abordaje por Liliana Delucchi se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
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© Liliana Delucchi
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