El lince ibérico es un mamífero
carnívoro, felino de aspecto parecido
aunque de mayor tamaño,
que el gato doméstico común. Ni
se le ocurra acariciarle como haría con su minino porque es extraordinariamente
fiero.
Su pelaje moteado, sus largas patas,
cola corta, y sus largas orejas muy anchas y en punta rematadas por un mechón
de largos pelos, le hacen
inconfundible. Su cara está cubierta por
grandes patillas.
Es un animal básicamente nocturno,
aunque en invierno puede estar activo
durante todo el día. Gran depredador, necesita mucho territorio, lo que
dificulta su supervivencia. Al tratarse de una especie en peligro de extinción,
hay muchas posibilidades de que dentro de un siglo haya desaparecido por
completo. Se reproduce lentamente, y la hembra sólo tiene dos crías por
camada.
Perfil de lince ibérico |
A pesar de que en los últimos años se
le ha protegido, su población no
aumenta, en buena parte por los problemas derivados del deterioro de su entorno,
ha disminuido la población de conejos, la base de su alimentación; también se
ha reducido la superficie de bosques autóctonos al practicarse repoblaciones
forestales con pinos y eucaliptos, unos árboles que no crean el sotobosque
imprescindible para su supervivencia.
Además, los diez sitios de la
península donde sobreviven los mil linces existentes están separados entre sí
por carreteras y las vías férreas, por
lo que cada subpoblación permanece
aislada. Muchos linces mueren
atropellados.
Los linces ibéricos, antaño extendidos por toda la Península
Ibérica, sobreviven precariamente en sus
reductos. Las mayores poblaciones se
encuentran en Andalucía, y sobre todo en el Parque Nacional del Coto de Doñana, donde gozan de especial protección.
Ejemplar de lince ibérico Parque nacional y natural de Doñana |
Fuente y fotos: Wikipedia, la enciclopedia libre
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