Amantes abrazados II Egon Schiele (1890-1918) |
ELLA:
Cuando
él sale por la puerta, arrastrando sus gruesos zapatos, ella lo ve partir desde
la ventana y piensa: No sabe que tengo un amante ¡No lo sabrá nunca! Yo no se
lo diré y él carece de imaginación para
sospecharlo. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿En qué momento empezó el
cambio? Era un hombre ¡tan valiente, tan generoso! Con él me sentía querida,
importante, dichosa, me sentía viva……Ahora parece otro hombre, sin iniciativa,
rutinario y lleno de pequeñas manías, repitiendo día tras día las mismas cosas
vulgares ¡Tan aburrido! Mi amor por él se ha trasformado, poco a poco en indiferencia.
EL:
Cuando
sale por la puerta, arrastrando sus
gruesos zapatos, sabe que ella lo está mirando desde la ventana y piensa: Ella
no sospecha, que yo sé que tiene un amante, ¡No quiere hacerme sufrir! ¡Se lo
agradezco! Sé también que ella piensa que yo he cambiado, pero sigo siendo el
mismo, fiel, honrado y un poco rutinario,
como siempre, sólo he sido decidido y valiente en su imaginación. Ella me ha
soñado, igual que ahora sueña a su amante, los dos somos para ella un reflejo
de sus pensamientos y deseos. Ella tampoco sabe que, cuando su sueño se
desvanezca, yo la estaré esperando ¡Como siempre!
© Socorro
González-Sepúlveda Romeral
¿Y para él?
ResponderEliminar¿La soñó? ¿Es también un reflejo de sus pensamientos y deseos?
El amor al otro; ¿Existe?
Contesto en nombre de Socorro González-Sepúlveda. No sabemos el porqué no salió el comentario que ella puso en su momento.La informática tiene duendes.
ResponderEliminarDecía así:
Él no la soñó. No era un soñador. La quería tal como era. Sí, yo creo que el amor al otro existe.
Un saludo afectuoso y gracias por su comentario.
Gracias, Marieta, por contestar por mí.
ResponderEliminarGracias a ti por colaborar en el Blog. Abrazos.
Eliminar