Jerónimo van Aken
(1450-1516) conocido en España como «El Bosco», nació en la actual Holanda. Hace
500 años de su muerte y El Prado nos deleita con una exposición irrepetible.
Este pintor medieval alcanzó fama en vida gracias a su capacidad de invención, a su manera exquisita de pintar, renovando la técnica pictórica con el tratamiento de la superficie y brindando unos contenidos, a veces, muy difíciles de descifrar.
A partir del siglo XX el artista y su obra han obtenido una gran revalorización convirtiéndose en verdaderos iconos del arte occidental.
Felipe II fue un gran admirador de El Bosco, gracias a él hoy podemos disfrutar en El Prado de la mayor colección de obras originales del artista. Entre sus obras elegimos este cuadro.
Es un óleo sobre tabla de chopo como soporte. Fue adquirida por Felipe II y gracias a los estudios técnicos realizados permiten confirmar la autoría del Bosco.
En el centro del cuadro vemos a Cristo saliendo de su tumba. Bajo esta imagen se lee «Cuidado, cuidado, Dios lo ve». Alrededor hay un círculo representando los siete pecados capitales:
Dos campesinos borrachos
riñen a la puerta de una posada. El fondo es un paisaje campestre.
Una mujer se mira en un
espejo que hay en un armario.
Una pareja de enamorados
celebran una comida campestre.
Pereza:
Un sacerdote duerme ante la
chimenea. Una elegante mujer trata de despertarlo para que cumpla sus
obligaciones.
Cuatro personajes. Un
gordiflón come; otro bebe directamente de la jarra; la mujer trae en una
bandeja más comida; un niño obeso quiere imitar a su padre.
Avaricia:
Un juez aceptando sobornos.
Envidia:
Una pareja de enamorados,
un burgués intenta seducir a una mujer, un mercader mira a un noble con un
halcón en el puño; dos perros con un hueso.
En las esquinas hay cuatro círculos que representan «la muerte», «el juicio», «el infierno», «la gloria».
Arriba y abajo dos
inscripciones en latín tomadas del Deuteronomio, capítulo 32.
Disfrutad de la mesa.
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