Mosaico romano representando las cuatro estaciones. |
Todos los años siento lo
mismo.
Una estación pasa detrás de
otra pero, a pesar de todo, de que cada vez parecen diferentes y los mayores dicen
que el cambio climático está alterando el mundo en que vivimos, para mí las
estaciones siempre tendrán un olor especial. Cada mes de diciembre, marzo,
junio y septiembre, su esencia se escurre por el aire y llega a mis fosas
nasales, susurrando en mi alma: “Ya estoy aquí”.
Primavera. Olor a sol, a
buen tiempo, a manga corta y a árboles en flor. Si se respira hondo, se percibe
cómo el invierno va quedando atrás y el buen tiempo se acerca, pero sin exceso
de calor. Es época de libros, de pasear, de volver a nacer.
En verano llegan los olores
a crema solar, a cloro y a sal. Recuerdos de infancia, amigos de apenas quince
días con los que prometías cartearte todos los meses. Buffet libre, escenarios,
actividades… Mar. Una partida de palas al atardecer sobre la arena, una
colchoneta sobre la que tomar el sol en medio de las aguas tranquilas del
Atlántico. ¿O era el Mediterráneo? En definitiva, ¿acaso importa? Eran
vacaciones. A veces, Santillana. Otras, simplemente llenas de deberes. Pero,
¿acaso importaba? Eran momentos de familia, de cambiar de aires, de jugar, de
pasear y de soñar.
En otoño se va perdiendo el
sol y comienzan a caer las hojas de los árboles, pero también huele a cuadernos
y libros nuevos, a lápices, a sueño por las mañanas yendo a trabajar o al
colegio tras las vacaciones. Incluso diría que huele a ropa abrigada, a
perfumes escondidos en pañuelos y cuellos de abrigo. A refugio en el abrazo del
ser querido. A manta, película y sofá las tardes de fin de semana.
Y el invierno… Bueno, quizá
suene tópico decir que huele a Navidad. Pero es cierto. Huele a frío, a
villancicos, a chocolate con churros, a que se acaba el año y a que vienen los
Reyes Magos. A roscón de reyes, a papel de regalo y a calor de hogar. A
partidas de cartas, polvorones y champán.
Me gusta sentir que cada
estación huele a algo diferente. Puesto que, así, cada vez que mi nariz vuelve
a captar una de sus esencias, lo hace con una energía renovada; porque, un año
más, el ciclo se ha completado, la vida sigue y podemos estar vivos para
disfrutarlo en todo su esplendor.
Anillos anuales. Estaciones del año |
Esas sensaciones de las estaciones que describes Marieta, son muy lindas y ciertas para quienes estamos en el mundo y no como a otros, que tristemente pasan por él...
ResponderEliminarEsas sensaciones las describe nuestra compañera de Asociación y colaboradora del Blog, Paula de Vera. Muchas gracias por tus comentarios. Un abrazo.
EliminarHola Antonio, me alegro de que te haya gustado mi relato :) un abrazo.
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