El coloso (1808) Óleo tradicionalmente atribuido a Goya |
Nació
chillando y cuando le tocó crecer lo hizo a conciencia. Nadie en el poblado fue
tan alto como él, ni tan gordo cuando le dio por comer. De joven, no hubo casa
en la que no regara su semen. De mayor, a erudito nadie le ganaba cuando se
ponía a despotricar contra las estupideces ajenas.
Siempre
inventando, hizo que todos los vecinos arrimaran el hombro en la construcción
de un grupo de casas. Acabó con el adobe. Logró que trabajaran en el buen
trazado de las calles, en el regadío, en la escuela, en el parque infantil, en el
pabellón de deportes. Aquella aldea creció y creció porque repobló con gentes
venidas de lejos para evitar la endogamia. Se convirtió en villa y luego en
ciudad.
No
descansaba de pensar ni dejaba descansar a sus vecinos. Tras el auge urbanístico,
creó la banda de música, talleres para las artes marciales, gremios de
artesanos.
Hasta
un día en que se acostó y ya no volvió a estorbar por aquí, ni por allá. Sus vecinos
sabían que no se andaba con medias tintas tocante a su manera de hacer las
cosas, y aunque le enterraron bien profundo temían que su muerte no fuera para
siempre.
Por
si las moscas, le hicieron un monumento de espaldas a su pueblo.
© Marieta Alonso Más
Como todo lo que nos regala mi amiga Marieta ¡ precioso !... Abrazos en este día tan grande
ResponderEliminarMuchas gracias Mariana, por leer todo lo que escribo.
EliminarGran catalizador el personaje. Es de esos que dejan mucha huella...quizá demasiada.
ResponderEliminarGracias Antonio. Hay que ver los ánimos que das. Gracias de nuevo.
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