Mi amiga Milagros,
madrileña, llegó en el momento en que mi amigo Navarro, chileno, me entregaba de
regalo una caja de membrillos. Y la puse a trabajar.
En noviembre los membrillos
están en su mejor momento, comentó.
Y ya no hubo quien la hiciera callar. Comenzó
con que el árbol de membrillo es originario de Asia Menor y el Cáucaso, que los
griegos y romanos lo trajeron a España, que su uso es muy abundante en la
cocina sefardí, que en México le llaman ate y se sirve con un trozo de queso.
En Chile es un dulce de consumo habitual, no faltaría más, contestó mi amigo.
En Argentina y Uruguay se le asocia a las facturas o bizcochos y que en Extremadura
es tradición comerlo el Día de Todos los Santos con frutos secos sobre unos
panecillos típicos de la zona.
Ingredientes:
1
kilo de pulpa de membrillo con piel
1
kilo de azúcar
1
el zumo de un limón
½
vaso de agua
Preparación:
Los lavamos bien, los
cortamos en cuartos y retiramos el corazón. En una olla de presión pusimos el
agua, el zumo de limón, los trozos de membrillo. Milagros que lo aprovecha todo
puso los corazones en una bolsa de gasa que fue lo que pude conseguir en casa,
me había pedido una red pero lo que le dije, si yo no me dedico a la pesca.
-Lo tuyo es muy grave –contestó- Ten en cuenta que los corazones
sueltan la pectina.
-¿Eso qué es?
-Lo que facilitará el
cuajado.
Cerrada la olla la dejamos
a cocer durante unos veinte minutos hasta que estuvieron muy blandos. Lo
pasamos por el pasapurés y añadimos el azúcar y me puso a remover hasta que estuvo
bien mezclada. A continuación colocamos el dulce en recipientes con tapa y lo
dejamos enfriar para que cuajase.
-Este dulce se puede
conservar y consumir durante todo el año -asesoró Milagros -si le tomas el
gusto, el cuerpo te lo pide cada día, es como una droga sana.
Navarro se quedó a la
espera de llevarse su porción. No sé cómo las vecinas se enteraron y con el
pretexto de saludarme se llevaron lo suyo. Milagros muy refranera ella comentó
que "el que parte y reparte se lleva la mejor parte". Me dejaron un trocito y recordé
que a mi madre le encantaba con galletas de soda y queso.
Y en su memoria así lo
degusté.
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