Primera esposa: María Antonia
de Nápoles
Es la mujer que aparece en
escorzo en el famoso cuadro de Goya de la familia de Carlos IV. Por aquel
entonces solo estaba prometida al príncipe de Asturias. Goya no le pone cara para
no tener que arreglar el cuadro si no se casaba con ella. Pero sí se casó. Era
una mujer rubia de ojos azules, frágil, bastante sensata y muy unida a su
madre. En una carta que le escribió dijo que Fernando era feo, antipático, y que
no se comportaba como un buen marido. Tuvo varios abortos, murió de
tuberculosis el 21 de mayo de 1806. Fernando creyó que la habían envenenado.
Segunda esposa: María Isabel
de Braganza
No era muy guapa, agradable mucho, gordita, dulce, bondadosa e
inteligente. Al venir para los esponsales el barco naufragó y la dote se fue al
garete. Y el pueblo decía: «Fea, pobre y portuguesa, chúpate esa».
La reina se dio cuenta de la
riqueza en cuadros que había en España. Villanueva había hecho un edificio para
Gabinete de Ciencias Naturales. Fue ella quien pensó que ese edificio bien
podría convertirse en Museo, y es a ella a quien le debemos el Museo del Prado
que se inauguró el 19 de noviembre de 1829, día de Santa Isabel de Hungría. No lo
pudo ver inaugurado por haber muerto desangrada el 26 de diciembre de 1818.
Fernando nunca le hizo mucho
caso. Era un mujeriego de baja estofa. Con Pepa la naranjera estaba
entusiasmado por aquel entonces.
Tercera esposa: María Josefa
Amalia de Sajonia
Tenía quince años, fue
criada en un convento por haber perdido a su madre y la casaron por poderes con
este rey disoluto. La recibió en Buitrago y la boda se celebró en Madrid. En la
noche de bodas, presa de pánico, gritó horrorizada. Aquello además de asqueroso
era pecado. El Papa tuvo que escribirle una carta, y no le quedó más remedio
que aceptar al marido. Fernando tenía gota, pero seguía con sus excesos. Fueron
al Balneario Solán de Cabra que tenía fama de ser fecundatorio. Al final el
pueblo comentaba que: «Tragando polvo y mascando moscas salieron todas preñadas
menos la reina». Murió el 28 de mayo de 1829.
Cuarta esposa: María Cristina
de Borbón
Tenía veintitrés años y Fernando cuarenta y cinco. Fue a esperarla a
Aranjuez. Exigió que lo casasen al día siguiente en la capilla de Palacio. Tres
días más tarde se casarían en la iglesia de Nuestra Señora de Atocha. En 1830
nació una niña: Isabel, luego otra: Luisa Fernanda.
Fernando VII activa la
Pragmática Sanción de 1789 y anula la Ley Sálica, que de este modo permitiría
reinar a las mujeres. Fernando muere el 29 de septiembre de 1833 con cuarenta y
ocho años.
María Cristina toma la
Regencia en nombre de la reina que tenía tres años: su hija Isabel. A los tres
meses de quedarse viuda conoce y se casa en secreto con el Guardia de Corps
Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, futuro duque de Riánsares. El pueblo algo sospechaba
pues se les oía decir que: «la Regente era una dama casada en secreto y
embarazada en público». Tuvo ocho hijos con el Muñoz. Los carlistas le
dedicaron esta coplilla: «Decían los liberales que la reina no paría, y ha
parido más muñoces que liberales había».
El Papa Gregorio XVI que tuvo
que confirmar que estaban casados. Les puso como penitencia de que durante tres
meses no compartieran alcoba. Su matrimonio duró treinta y nueve años. No
pudieron ser enterrados juntos al ser ella mujer y madre de Reina.
Fernando VII
Tenía razón
María Antonia de Nápoles, era feo, gordo, con el labio superior hacia dentro,
el maxilar inferior prognatado, frente prominente, nariz grande, carnosa,
curvada, ojos pequeños y estrábicos, afectado por un desarrollo excesivo de los
genitales y con un aliento fétido.
Y en su momento fue llamado «El deseado», luego el «Rey Felón». Restableció el absolutismo anterior al período constitucional. Durante su reinado se consumó la práctica desaparición del imperio español.
MUY INTERESANTE Y EDUCATIVO ESTA VEZ.... LA HISIORIA DELOS REYES DE ESPAÑA ES MUY VARIADA....
ResponderEliminarMuchas gracias María. Un abrazo muy fuerte.
Eliminar¡Maravillosas todas las historias que compartes!
ResponderEliminarMuchísimas gracias por leerme. Un abrazo
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