sábado, 11 de mayo de 2024

La calzada romana

 

La Vía Apia cerca de Roma, enlosada por ser tramo urbano. Las calzadas no solían en losarse.


El itinerario de Antonino, del siglo III, es la fuente escrita que más información nos aporta sobre la red viaria romana.

Gracias a esos caminos Roma pudo movilizar grandes efectivos militares para la conquista de territorios, favoreció el transporte de mercancías por el interior del continente contribuyendo a su expansión comercial. La nueva cultura: el derecho romano, el modelo urbano, el servicio de correo…, se difundió por todo el Imperio. Fue todo un acierto.

El modelo de calzada romana se estableció con la construcción de la vía Apia en el año 312 a.C., trazada por Apio Claudio el Ciego. Esta fue la primera vía de comunicación proyectada a gran escala con el fin de unir Roma con Capua.

Al final de la República la península itálica estaba dotada de estas grandes vías y cada una llevaba el nombre del cónsul que la había establecido.

Para trazar un recorrido los ingenieros romanos partían de un estudio previo topográfico. Después se acondicionaba el terreno con terrazas y refuerzos en unas zonas, se excavaban trincheras en otras, se deforestaban zonas boscosas, se levantaban puentes y viaductos o se desecaban áreas pantanosas.

A medida que el Imperio se expandía, la administración adaptaba el mismo modelo a las nuevas provincias. En su apogeo, la red principal de calzadas romanas alcanzó unos cuatrocientos mil kilómetros.

La financiación de la construcción de carreteras era responsabilidad del gobierno romano. El mantenimiento, sin embargo, se dejaba en manos de la provincia.

El proceso de construcción de una calzada consistía en varias fases:

Deforestación, explanación, delimitación del firme. La anchura era de 4,2 metros para permitir el cruce de dos carros, y a ella se sumaban los arcenes o aceras que alcanzaban los tres metros (1,5 metros en cada lado) en los tramos de más tráfico.

La calzada estaba formada por diferentes estratos de materiales que garantizaban la filtración del agua sin que se crearan pozos.

Statumen: En la base de un lecho excavado se disponían los cimientos, una gruesa capa a base de grandes cantos rodados y piedras unidas con mortero y arcilla.

Rudo: Sobre la capa de cimentación se superponía otra más delgada compuesta por guijarros, cascotes, gravas y cal, apisonada para darle mayor solidez.

Núcleo: Sobre la capa del Rudo se depositaba una capa espesa de mortero prensado de cal y arena o grano fino, cerámica y ladrillos triturados.

Pavimento: En el mortero de la capa anterior se incrustaba una capa de guijarros o grava. Para las vías más importantes losas irregulares de piedra dura, preferiblemente basalto.

Miliarios: Estos bloques de piedra marcaban la distancia entre Roma, u otro centro urbano importante, y algún punto de la vía. Distaban unos mil pasos romanos o una milla que equivale a 1478 metros. Todas las carreteras partían del Templo de Saturno. En él se enumeraban todas las ciudades importantes del Imperio y las distancias hasta ellas.

Los viajeros se ponían bajo la protección de dioses titulares y en el camino encontraban lugares de culto y templos para invocar a Mercurio, dios del comercio y de los viajeros, a Diana, guardiana de los caminos…  o a los que fueran encontrando por los caminos.

Miliario de Nerón a la salida del municipio romano de Cáparra. España


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