Según la RAE: Árbol de hoja perenne, tronco
retorcido, corteza muy gruesa y rugosa de la que se obtiene el corcho y cuyo
fruto es la bellota. A nivel coloquial es una persona ignorante o torpe para
comprender.
Vayamos
al árbol. Con el tiempo la corteza llega a tener un grosor considerable, y se
puede recolectar. Pelando el alcornoque se consigue el corcho, un material
elástico, poco pesado y buen aislante sonoro que tiene distintos tipos de
aprovechamiento. La calidad del corcho es proporcional al número de años que tarda
en producirse. Su recolección no daña al árbol, ya que puede volver a producir
una nueva capa, siendo un recurso renovable y esta tarea es completamente
manual.
El
corcho bornizo es el que se obtiene en la primera recolección, que se hace
cuando el árbol alcanza los 30-50 años de edad. A partir de entonces se puede
recolectar cada 9-14 años. Este es el corcho que se emplea en muchas
localidades como adorno en los belenes, simulando rocas o montañas.
Estos
árboles viven entre 150 y 250 años aunque hay alcornoques datados con más de
quinientos años como el "Bosco di San Pietro" en Caltagirone,
Sicilia, Italia que se calcula que fue sembrado en el año 1400.
Sus
hojas, perennes son duras y espinosas, especialmente cuando el árbol es joven.
Sus flores son poco llamativas. Es polinizado por el viento. Su fruto, las bellotas,
son amargas y se utilizan para alimentar a una gran variedad de animales, sobre
todo a los cerdos ibéricos.
La
zona conocida como Las Pajareras, en el Parque Nacional de Doñana, es
una formación de gigantescos alcornoques dispersos en el límite del monte
con la marisma.
Una
parte importante de la industria de corcho se encuentra en España, especialmente
en Andalucía y en el sur de Extremadura, en donde se produce alrededor del
30 % de la producción mundial.
Otro
uso importante de este material natural, y que cada vez tiene más auge, es el
destinado a la construcción como material aislante acústico y térmico. La
madera del alcornoque se ha utilizado tradicionalmente para
hacer carbón vegetal, aunque no con tan buen resultado como con la encina.
Hay un refrán que dice así:
«Al alcornoque no hay palo
que le toque, sino la encina, que le quiebra la costilla».
Hay
que leer mucho para evitar que nos llamen:
«Cabeza
de Alcornoque»
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