Hace miles de años, durante el Pleistoceno, el castaño, un árbol «muy agradecido» comenzó a dar sus frutos. No solo alimentaban a las personas, sino también a los animales. Incluso se dice que, en algún momento, las castañas se utilizaron como moneda de cambio. Fue introducida en Europa desde Asia Menor. La castaña gallega, conocida como Castanea Sativa, es la única con marca de calidad reconocida en España.
Existe una figura llamada Maricastaña. En época de Cervantes ya se había convertido
en una referencia temporal:
«en tiempos de Maricastaña, cuando hablaban las
calabazas».
Expresión
que se utiliza para referirse a un pasado muy lejano, equivalente a los tiempos
de Matusalén.
¡Qué
ricas son las castañas!
Se pueden comer crudas,
hervidas, asadas, preparar pan de castañas, pasteles, pasta… La sopa de
castañas es un plato de otoño, calentito y muy bueno. Una elaboración sencilla
y rápida de preparar.
Ingredientes:
250 gramos de castañas
1 cebolla
1 trozo de puerro
1 diente de ajo
1 vaso de caldo de pollo o
verduras
1 vaso de agua
50 mililitros de nata o crema
de leche
1 chorro de aceite de oliva
Sal
1 pizca de pimienta
1 cucharadita de tomillo
Preparación
Hacer unos cortes en la parte
central de cada castaña para que se cuezan bien y no estallen. Poner agua en una
cacerola y cuando empiece a hervir introduce las castañas para que se cocinen
durante unos quince minutos. Pelar las castañas cuando estén frías.
Picar la cebolla y el puerro y
pocharlas en aceite, añadir el ajo y las castañas. Rehogarlas. Luego añade el
caldo, el vaso de agua, un poquito de sal y la pimienta, cocerlas unos quince
minutos hasta que estén bien cocidas las castañas.
Tritúralo todo muy bien. La
sopa puede quedar líquida o un poquito espesa como una crema.
Coloca de nuevo la cazuela al
fuego con la sopa de castañas y añade un chorro de nata o crema de leche.
Servir bien calentita y con el tomillo por encima.
La puedes acompañar con
taquitos de jamón, setas, queso rallado…
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