jueves, 3 de abril de 2025

Amantes de mis cuentos: El siglo XX

 

Imagen profedehistoria.org


Fue el último siglo del II milenio en el calendario gregoriano. 

Demasiadas guerras le machacaron, que si la revolución rusa, que si la guerra civil española, que si las dos guerras mundiales… Al burro lo desbanca el automóvil. Y apareció el avión por las alturas. Einstein formula la Teoría de la relatividad. Se hunde el Titanic. De repente la Gran Depresión. Nace la televisión. Se descubre la penicilina, la tumba de Tutankamón. Disney estrena Blancanieves. Crisis de los misiles. Gran cantidad de asesinatos políticos. Cae el Muro de Berlín. Además, de muchos otros acontecimientos que cada uno recordará así le pillen más cerca o más lejos. 

Mi padre y mi madre, cada uno en un país diferente, crecieron a la par del siglo XX. Al principio gatearon, se pusieron en pie, hacia arriba en estatura, luego se estabilizaron y a partir de cumplir los ochenta fueron mermando. Él, durante sus primeros dieciséis años, vivió en una Península y comía de lunes a sábado cocido: con sus garbanzos, su repollo, su morcillo, su tocino, sus huesos de caña y rodilla, choricito, pollo, lo que hubiera. Los domingos bacalao, arroz y patatas. Ella, durante sesenta años, vivió en una Isla y comía arroz, frijoles, tamales, carne de puerco frita… 

Él emigró en barco a la Perla de las Antillas, se casó con mi madre y ambos recorrieron pasito a pasito el siglo XX. A su progenie le ha tocado vivir a caballo entre dos siglos.

Mi padre siempre habló de que en su pueblo había un castillo que si lo mirabas de lejos parecía tocar el cielo. Mi madre hablaba de la altura, la belleza, la elegancia de la palma real. 

Con el correr de los años se subieron a un avión y se asentaron en Madrid. ¡Ah! Una vez a la semana, los miércoles, era de rigor el cocido al mediodía y por la noche los garbanzos fritos y los viernes tocaba, comida cubana.

La vida de ambos, como la de muchos, fue una vida de trabajo, de alegrías, tristezas, sobresaltos. Nunca se quejaron.

 

© Marieta Alonso Más



No hay comentarios:

Publicar un comentario