martes, 7 de julio de 2015

Mª Isabel Martínez Cemillán: 200 años con Charles Dickens

Charles Dickens por Frith (1859)



Sí, porque a los doscientos años de su nacimiento, 1812, no solamente se sigue considerando junto a Victor Hugo, Walter Scott y Balzac, el más alto representante de la novela europea decimonónica, sino que se siguen reeditando algunas de sus obras, este año: Cuentos de Navidad y David Copperfield, ésta última casi autobiográfica porque como David, Charles tuvo una infancia feliz, sin problemas económicos, que súbitamente se trocó en pobreza, su cariñoso padre en la cárcel, su madre amargada y excesivamente estricta, traumas que a pesar de sus tempranos éxitos jamás superó y fueron el motivo que en sus novelas aparezcan tantos niños hambrientos, explotados en siniestros trabajos, sufridores en lóbregas viviendas, víctimas de malvados, Dickens supo  retratar ese rio de dolor formado por niños maltratados y abandonados a su mala suerte, tan característicos de la  rígida época victoriana, convirtiéndolos en pequeños-grandes héroes.

Escena de Cuento de Navidad

Comenzó trabajando, poco tiempo, en un bufete de abogados, pero convencido que aquella rutina no era para él decide dedicarse al teatro, que le entusiasmaba, y al periodismo, escribiendo relatos que publicaba en periódicos y revistas, le va bien, se casa con Catherine Hogarth, unión enamorada y prolífica, tuvieron diez hijos y pronto tiene su primer gran éxito, Los papeles póstumos del Club Pickwick, en la que denota -sin la menor duda-, como dijo Unamuno, que Dickens culto y lector incansable conocía y admiraba a Cervantes, Pickwick es puro trasunto de Don Quijote y Scrogge de Sancho Panza.

Vitalista, inquieto, precursor de la comunicación directa, viaja a varias ciudades de la puritana Inglaterra para leer, teatralmente sus obras con tanto sentimiento que en su segunda gran novela “Oliver Twist”, recreación de una escuela de niños ladrones, cuando el malvado Sikes mata a golpes a la pobre Nancy, provocaba ríos de lágrimas y algún que otro desmayo.

Portada David Copperfield (1849)

A partir de ese momento, tan prolífico padre como escritor, novelas y más novelas, entre ellas: Canción de Navidad, clásico navideño;  Historia de dos ciudades, espléndida historia novelada; Grandes esperanzas, una de las mejores, amores difíciles y presentación de  la mujer fatal que arrasaría en la novela del siglo XX; El grillo del hogar, entrañable.

Conocido dentro y fuera de su país, estuvo relacionado con lo más selecto del mundo literario. Dumas,  Eliot y Tennyson mantuvieron buenos contactos con él, y aunque la élite inglesa prefería escritores más intelectuales, Dickens fue el preferido, el más conocido y más admirado. Todos sus personajes eran reales, seres que se podían entender y comprender.

Oliver Twist, edición de 1838


Y siguen los éxitos, no así su vida privada, turbulento final de su matrimonio, críticas y reproches por su relación con  Nelly  Ternan, joven actriz, terrible accidente de tren del que sobrevive milagrosamente, lo que le hace interesarse por los fenómenos paranormales y entrar en el “Ghost Club”, incansable actividad, viajes, lecturas teatrales en las que sufre algún desvanecimiento, agotamiento y muerte súbita en su casa, pluma en mano tras haber trabajado todo el día, multitudinario acompañamiento de gentes llorosas hasta el “Poet’s Corner” esquina de los poetas de la Abadia de Westminster, donde fue enterrado.

Portada original Edición 1837
Firma autógrafa de Dickens


Y así como Cervantes influyó en Charles Dickens, él lo hizo en muchos escritores posteriores. En España fue especialmente relevante -a finales del XIX y principios del XX- para Pérez Galdós, Baroja, Maeztu, últimamente Miguel Delibes que se confesaba admirador del espíritu y estilo de Dickens.

Charles Dickens logró despertar en los lectores ensoñaciones de niebla y nieve, todo un mundo teñido de nostalgia, candor y sencillez, niños inocentes y desvalidos que se topan con el egoísmo, incomprensión  y, a veces, crueldad de los adultos, envuelto en su personal estilo emotivo. Y esto es lo que ha hecho que llevemos doscientos años leyendo a Dickens y, con toda seguridad, lo haremos muchos más. Amén.




          © Mª Isabel Martínez Cemillán



2 comentarios:

  1. Sabía poco de la vida de Charles Dickens, ahora sé un poco más. Volveré a leer algo de él. Gracias por el resumen.

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