Ave del Paraíso. Almería |
Quiero contaros lo que me sucedió hace unos años. Por entonces vivía estresada las veinticuatro horas del día, cosas de la vida, no me relajaba ni dormida. De pronto un día, conduciendo, noté que no podía girar la cabeza, el trapecio se quedaba rígido, esto se repitió en varias ocasiones. Hasta que una mañana del invierno de 1992 me levante con una tortícolis exagerada; la cabeza girada hacia la izquierda, tal como se me quedaba sobre la almohada al dormir, no podía volverla de frente ni a la derecha. Creí que se me pasaría en unos días, pero no.
Comencé a visitar especialistas, todo lo que
me decían me parecía una barbaridad. Según ellos, esto no tenía nada que ver
con el estrés. Por entonces estudiaba en la Autónoma un curso de Posgrado, lo
tuve que dejar. Andaba siempre con la cabeza girada hacia la izquierda y un
poco hacia arriba, no dejaba de tirar el
músculo como si quisiera darse la vuelta. A veces la gente miraba hacía el
mismo sitio que yo, creían que iba así
porque algo me llamaba la atención. Cuando me sentaba tenía que sujetarme la
cabeza con la mano izquierda, pero se movía. En el metro, había quien se
mosqueaba porque creía que estaba llamando su atención, como si quisiera ligar,
no deja de tener su gracia. Finalmente un médico chino que me recomendaron en
la Secretaria de la Autónoma, consiguió
relajarme con la acupuntura hasta el punto de poder mirar de frente y que el
tirón muscular fuera mucho más leve. Después de unas vacaciones volví
a su consulta y el médico chino había desaparecido. No dejé de ir a trabajar, como si no pasara
nada, me ayudó mucho continuar con mis ocupaciones cotidianas. Conducía
sujetándome la cabeza como he dicho antes, los doce o quince kilómetros que me
separaban del trabajo. Nunca pensé que esto durara siempre. En mi vida había visto a nadie así. Desde
entonces sí, me he fijado en alguna persona que está como yo, incluso
peor. He mantenido contacto con una
asociación de personas afectadas, se llama ALDE,
y organiza jornadas en diferentes ciudades de España. Se considera una enfermedad rara. Cuando miréis el David de Miguel Ángel,
fijaros en la postura de su cabeza y en cómo se aprecian los músculos del
cuello. Es nuestro símbolo.
En la actualidad
convivo con mi rareza como una amiga inseparable, a veces ligera, otras pesada.
Cuando el cansancio y la tensión aumentan, mi amiga se muestra más activa. Sólo
cuando estoy muy concentrada en una actividad, como por ejemplo pintar, se
olvida un poco de mí. Sentada en el sofá de mi casa, a veces uno de mis hijos apoya
su cabeza en mi hombro, sin embargo, la
leve pero continúa inquietud no cesa.
Siempre hay algo que nos hace diferentes.
©Mª Paz Horcajuelo Torres
Siempre hay algo que nos hace diferentes por Mª Paz Horcajuelo Torres se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
Siempre hay algo que nos hace diferentes por Mª Paz Horcajuelo Torres se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
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