Mausoleo de Halicarnaso. Grabado de Martin van Heemskerck (siglo XVI) |
La genética es lo que
tiene. Mi madre era dueña de unos ojos verdes preciosos heredados de mi abuelo,
al que llamaban el rojo no por connotaciones políticas sino por la abundante
caballera de ese color. Tenía una elegancia que hasta vestido de trapillos
parecía un marqués.
Mi abuela paterna, con una
cara preciosa y un cuerpo escultural, se fue del pueblo y no regresó hasta no
haberse casado con uno que tenía los bolsillos llenos.
Fue muy generosa. Construyó
para toda la familia el más grande y ostentoso mausoleo que existe en el
cementerio municipal. ¡Lástima! No se le ocurrió comprar una casa para cada uno
de nosotros.
Pues con todos esos
antecedentes, heme aquí en vida: canijo, calvo, miope y pobre.
© Marieta Alonso Más
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