Era una fría mañana de
invierno. El inspector Kennedy acababa de despertarse cuando recibió una
llamada. Habían hallado el cadáver de una mujer joven en un conocido bar de la
zona.
Kennedy acudió al lugar de
los hechos después de alimentar a su perro Ivadog. Allí pudo observar a una mujer
en el suelo con numerosas heridas y con la cara totalmente desfigurada. El
inspector al observar el cuerpo llegó a la conclusión de que los golpes fueron
realizados con un martillo o algún utensilio similar. En seguida Kennedy se dio
cuenta de que algo en esa escena del crimen no tenía sentido ya que por ninguna
parte había sangre o restos de ella por lo que el asesinato debía haberse
realizado en otra localización.
Además, la víctima no tenía ningún
papel que la identificara por lo que no se la pudo reconocer hasta que tomaron
las huellas dactilares. La víctima era Martha Kennedy, la ex mujer
del inspector. Cuando Kennedy supo la noticia quedó devastado y juró que no
descansaría hasta encontrar al asesino.
Lo que el inspector no sabía
era que ese sería el primero de muchos homicidios similares que acontecerían en
la ciudad. Ninguno de aquellos asesinatos era concluyente por lo que la
investigación se veía frenada y se clasificaban como casos sin resolver.
Varios años después una serie
de pistas llevó al cuerpo de policía a una nave abandonada en las afueras de la
ciudad donde encontraron al inspector Kennedy realizando otro de sus asesinatos.
©Jaime Aguilera San Frutos
14 años
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