…Continuación
El programa era muy simple. Iríamos hasta Roncesvalles y como mi amigo tiene que ir andando, le llevo la mochila, la intendencia y le espero donde me diga. A quien le llame la atención que un coche le siga le va a contar la milonga de que ha contratado los servicios de un taxista para que lleve su coche allá por donde vaya pasando. A imaginación no hay quien le gane. Con lo fácil que sería decirles que es un genio de la mecánica y que hizo de mí lo que nadie, imbuir de sentimientos a un coche autosuficiente, hacer que con mis faros de Rayos X pueda ver a través de las paredes, conseguir que oiga las conversaciones en un kilómetro a la redonda y que logre asimilar cuanto sucede en el mundo que nos rodea.
Paso a paso Ricardo va haciendo el Camino. Kilómetro a kilómetro le acompaño.
Ya estamos en Santiago. La plaza atestada de peregrinos. Ricardo llega con una peregrina que conoció en el Monte do Gozo y en vez de mirar la Puerta del Perdón solo tiene ojos para ella. Me cuelo por las callejuelas, encuentro un espacio detrás de un Seiscientos hembra abandonado, con matrícula M-696969, ¡Oh, Dios mío! Yo que soy perfecto conduciendo le he rozado muy tenue. Mi Jaime, mi Jacobo, mi Yago, mi Santiago se ha apiadado de mí. Mi chica Seat me ha guiñado un faro.
© Marieta Alonso Más
Ver Iré a Santiago (1)
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