La zanahoria es uno de los
vegetales que más salud aporta al cuerpo humano gracias a su alto contenido de
vitaminas y minerales. Originaria de Asia Central, se cree en Afganistán; se ha
extendido por todo el mundo. Es una raíz vegetal de color naranja y textura
leñosa. Su color anaranjado se debe al caroteno, el cual constituye la vitamina
A de este vegetal. Llegó a España desde el norte de África durante la época de
dominio musulmán sobre la Península Ibérica.
El mito de que con esta
hortaliza ayudaba a no tener que llevar gafas se originó durante la II Guerra
Mundial cuando la Fuerza Aérea Real Británica difundió el rumor que los pilotos
británicos estaban comiendo zanahorias para mejorar su visión, así explicaban
la facilidad repentina con que derribaban los bombarderos nazis.
Aunque sí es cierto que la
falta de vitamina A afecta de forma negativa la vista, es una exageración que
un aporte extra de esta verdura la mejore. Eso dicen los entendidos, pero mi
nieto se pregunta:
¿Alguien
ha visto algún conejo con gafas?
Ingredientes:
1
cebolla grande
7
zanahorias medianas
1
litro de caldo de verduras
Nata
líquida para cocinar
Sal
Aceite
de oliva virgen extra
Preparación:
Pelamos la cebolla, la
cortamos y la pochamos en una cacerola con un poco de aceite de oliva a fuego
medio durante cinco minutos. Lavamos las zanahorias y la cortamos en rodajas.
La echamos en la cacerola, removemos y rehogamos un par de minutos. Regamos el
caldo, más si queremos sopa y menos si buscamos una crema. Salpimentamos y lo
llevamos a ebullición. Cocemos a fuego medio durante quince minutos.
Trituramos.
Al servir le añadimos un
chorro la nata líquida. También admite picatostes, cebolla frita crujiente y
hasta unos kikos triturados.
Se toma con gusto en esos
días fríos de invierno y también templada en cualquier época del año.
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