miércoles, 14 de mayo de 2025

Paula de Vera: Perder a tu maestro (Shikamaru y Temari) - Parte 1

 


Las nubes poblaban el cielo la tarde en que Temari volvió a pisar la Aldea Oculta de la Hoja. Hacía varias semanas que había partido de allí por última vez, tras colaborar en la evaluación y supervisión de los exámenes chūnin, pero no sabía por qué echaba de menos aquel lugar.

«Qué estupidez», pensó por enésima vez, sin ser capaz de desprenderse del todo de ese sentimiento. «Tu lugar está en la Arena, por mucho que vengas».

La joven jōnin lo tenía claro: adoraba su hogar. Le gustaba subir a las altas murallas para contemplar los atardeceres anaranjados y violetas cayendo sobre el desierto. Era capaz de dormir arrullada por el sonido de las tormentas de arena que arreciaban al otro lado de su ventana en la residencia del Kazekage. Y, sin embargo, ¿por qué llevaba meses, casi un año, sintiéndose tan cómoda y deseosa de viajar a aquel lugar tan verde, húmedo y lleno de vida?

Sacudiendo la cabeza, se adentró por las grandes puertas y se presentó con el protocolo correspondiente ante los guardias que la detuvieron al cruzar el umbral. Sin embargo, enseguida notó algo extraño en el ambiente.

El primer indicio fue el rostro de los centinelas. Aunque la seriedad formaba parte inherente del trabajo, había algo más. Una especie de tristeza y apatía, mezclada con una hosquedad mayor que de costumbre en algunos casos, que la joven no supo descifrar de inmediato.

De hecho, solo al dar un par de pasos en la enorme plaza de acceso a la villa y ver a algunos chūnin y jōnin conocidos pasar de largo o reunirse en pequeños grupos, la realidad la golpeó con una extraña y desagradable sensación en el pecho. Se sorprendió a sí misma mirando, casi sin pretenderlo, en busca de Shikamaru Nara.

«¿Dónde estará ese llorón perezoso?».

Desde hacía tiempo, el joven tenía la tarea de escoltarla siempre que visitaba la aldea, cortesía de la Quinta Hokage. No es que a Temari le hiciera demasiada gracia —llegó a pensar que la estaban “vigilando”—, pero notar su ausencia en ese momento despertó un sentimiento inesperado en su interior. Era como si, de repente, le faltara algo.

«Tonterías», se reprendió con brusquedad, tratando de recuperar la racionalidad lo antes posible y silenciando sin miramientos a la parte más condescendiente de su ser con el ninja. «Solo te molesta el hecho de que ni siquiera sea capaz de cumplir con su trabajo».

—¡Señorita Temari!

La voz la devolvió de golpe a la realidad. Parpadeó y giró la cabeza, justo a tiempo para ver acercarse a Sakura Haruno, seguida de Ino Yamanaka y, más atrás, Naruto Uzumaki.

—Sakura. Naruto. Ino —saludó con cortesía—. Cuánto tiempo sin vernos.

—Sí, mucho —confirmó la joven médico con el mismo tono.

Sin embargo, la kunoichi de la Arena detectó enseguida cierta tristeza en su rostro, similar a la que había intuido en los guardias de acceso, y le preguntó:

—¿Vienes a reunirte con la Hokage?

Temari asintió despacio.

—Sí. Como embajadora, y considerando todo lo que está ocurriendo con Akatsuki, el Kazekage me ha enviado a intercambiar información...

Al ver la sombra que cruzó los rostros de los tres presentes nada más mencionar a la ya famosa organización criminal, así como el hecho de que apartaran la mirada en direcciones distintas, Temari se interrumpió de golpe.

—¿Ocurre algo? —preguntó con cautela.

Durante varios segundos, ninguno de sus interlocutores pareció capaz de responder. De hecho, en los ojos de Ino asomaron lo que parecieron lágrimas traicioneras, mientras sus hombros se convulsionaban apenas con un sollozo silencioso.

Temari se tensó, anticipando lo peor, pero nada la habría preparado para lo que escuchó.

—No es nada —susurró Sakura, aunque claramente no lo creía—. Es solo que hace poco que Akatsuki... Digamos que acabó en combate con el hijo del Tercer Hokage, Asuma Sarutobi...

Sintió cómo la sangre abandonaba su cuerpo y palideció visiblemente mientras su mente comprendía de qué iba aquello a toda velocidad. Ino llorando. La ausencia de Shikamaru.

—Lo siento mucho —se disculpó, formal y sincera a la vez, paseando la vista despacio por los tres ninja—. No llegué a conocerle demasiado, pero sé que era un buen hombre.

Ino asintió y le dedicó una sonrisa agradecida, al igual que Sakura.

—Era de los mejores de la Hoja —confirmó Naruto con su intensidad habitual, aunque mitigada por una evidente tristeza—. Y los de Akatsuki ya han pagado por ello.

Temari lo observó con la cabeza ladeada, intrigada por esa afirmación, y parpadeó.

—¿Han pagado? ¿Qué queréis decir?

Para su perplejidad, los tres ninja le explicaron entonces, sin demasiados detalles, lo ocurrido en los días anteriores: todo había sido orquestado y pensado por Shikamaru, con el golpe de gracia de la nueva técnica de Naruto. Temari escuchó en silencio, sin poder evitar que un escalofrío de incredulidad y orgullo le recorriera la espalda al conocer todo lo que Shikamaru había sido capaz de predecir.

«Así que de verdad es el genio que todos pensamos», se dijo para sus adentros, reprimiendo una sonrisa a duras penas.

Se lo había dicho más de una vez, pero nunca le hacía caso. Tenía talento y entrega. En el fondo, se preocupaba por los demás. Sin embargo, aquello debía de haber sido un golpe muy duro para él. Si algo sabía Temari del trato formal que ambos mantenían, era que Asuma Sarutobi, aparte de maestro, era casi un ídolo para el heredero de los Nara.

—La verdad es que Shikamaru es un tipo increíble —lo alabó entonces Naruto, sacando a Temari de sus cavilaciones.

Sin mostrar lo que pasaba por su cabeza, asintió con un suave resoplido de aceptación.

—Por cierto, ¿dónde está? —quiso saber.

Ante la mirada curiosa y algo incómoda de los otros tres, Temari se mantuvo lo más estoica posible y agregó:

—Generalmente, es mi escolta cuando vengo, pero no lo he visto por ninguna parte.

Ino fue la primera en reaccionar, resoplando.

—Con todo lo que ha pasado, al muy vago se le habrá olvidado —rezongó, aunque esta vez su voz no denotaba demasiada acritud—. Puedo ir a buscarlo, si quieres.

Tras apenas un instante de duda, Temari negó con la cabeza.

—No pasa nada. Iré al hotel a dejar mis cosas y después descansaré un poco. Si le ves, dile que estoy aquí.

Ino asintió.

—Claro, pero si te parece, te acompaño yo.

Temari asintió con la cabeza, resignada a no poder moverse sola por la Hoja, a pesar de los meses que llevaba trabajando de emisaria.

—De acuerdo.

Así, ambas chicas se despidieron sin aspavientos de Naruto y Sakura antes de dirigirse al alojamiento de la joven visitante. No hablaron mucho, pero a Temari le agradó la compañía más de lo que pensaba. De cualquier forma, su mente estaba más pendiente de buscar cierta presencia en cada esquina que giraban, que de la escasa conversación con Ino.

Eso sí, cuando casi llegaron a la puerta del hotel, detectó por fin al ninja que estaba buscando. Su presencia era tenue, estaba lejos, pero estaba casi segura de que era él.

—Ya estamos aquí —indicó Ino—. Si necesitas algo, avísame.

La kunoichi de la Arena la observó con neutralidad, pero agradecida.

—Claro. Gracias, Ino.

La otra chica se despidió con un gesto de la mano.

—¡Nos vemos mañana!

Temari asintió y la vio alejarse, esperando pacientemente. Solo cuando se aseguró de que estaba sola y nadie la veía, se recolocó el abanico, se deslizó hacia la esquina más cercana y saltó entre las sombras en dirección a la salida de la aldea.

 

Continuará…

 

Historia inspirada en Shikamaru Nara y Temari, personajes del manga/anime “Naruto/Naruto Shippuden”

Imagen: “Stargazing”, de Paula de Vera

Sigue a Paula en su blog https://pauladeveraescritora.com para no perderte nada de su contenido

 


 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario